La actualización del Protocolo de manejo clínico de COVID-19, en su versión 1.6, propone anticiparse en el tratamiento de los pacientes con más posibilidades de una evolución tórpida en la enfermedad, subrayó hoy Tania Crombet Ramos, directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Inmunología Molecular (CIM).
Hemos cambiado la clasificación anterior, que era basada en la severidad de los síntomas y ahora nos enfocamos en los enfermos de riesgo, para los cuales creamos salas de vigilancia intensiva, señaló la especialista al comparecer en el programa radiotelevisivo la Mesa Redonda.
Explicó que se trata de salas donde existirá una atención más diferenciada con mayor número de especialistas entrenados en el manejo del virus y una cantidad superior de recursos de laboratorio clínico y de radiología, para un seguimiento estricto.
Precisó que los infectados de más de 65 años de edad siempre se atenderán en esos sitios independientemente de las conmorbilidades, pues presentan un envejecimiento fisiológico de la respuesta inmune, y a ellos se sumarán aquellos con los padecimientos asociados a la propensión hacia un estado desfavorable, aunque sean asintomáticos.
La experta mencionó que entre las enfermedades identificadas en ese sentido se encuentran la cardiopatía isquémica, la hipertensión no controlada, la diabetes mellitus, la insuficiencia renal, y las neoplasias malignas, así como dolencias respiratorias crónicas.
El objetivo, expresó, es que en cuanto aparezca en estos pacientes la primera sintomatología o signo de inflamación, se identifique a través del seguimiento clínico y radiológico y por los signos de alarma de laboratorio, y se instaure tempranamente el uso de las moléculas antiinflamatorias Jusvinza e Itoluzimab.
Ambos medicamentos innovadores de la biotecnología también mantendrán su empleo en los graves y críticos, en conjunto con el resto de los fármacos del protocolo establecidos para esas fases, agregó.
Crombet Ramos destacó que Jusvinza, desarrollada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, ha mostrado un excelente perfil de seguridad y datos clínicos muy buenos, pues en pacientes moderados de alto riesgo la tasa de recuperación es del ciento por ciento y en los de la unidad de cuidados intensivos es de más del 80 por ciento.
Por su lado Itolizumab, del CIM, tiene un uso consolidado en Cuba y en la India, con datos parecidos en cuanto a la tasa de recuperación en enfermos moderados y graves, que supera el 93 por ciento.
Desde los primeros reportes del nuevo coronavirus, en la mayor de las Antillas se decidió concebir una estrategia de trabajo intersectorial, conducida por el Ministerio de Salud Pública en aras de contener la diseminación del SARS-CoV-2 en el territorio nacional, y minimizar sus efectos negativos en la salud de la población.
Cada año aumenta la cifra de personas que rebasan el umbral de los 60 años, logro que puede traducirse en desafío si no se alcanzan las políticas sociales adecuadas. Envejecer no es sinónimo de estar enfermo, ni los adultos mayores son receptores pasivos de los servicios médicos; de ahí que la Organización Mundial de la Salud apueste en la Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030) por estimular y mantener la capacidad funcional en este grupo de población.
En ese sentido, Cuba cuenta desde 1996 con un Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor, que tiene el propósito de garantizar una atención de salud ajustada a las necesidades de esas personas y lograr que vivan una vejez activa y saludable.
Al cierre del 2020, año marcado por la incidencia del SARS-CoV-2, causante de la pandemia de la COVID-19, el país registró un incremento en las personas mayores de 60 años, al reportarse que el 21,3 por ciento de la población cubana se encuentra en ese grupo de edad.
A pesar del coronavirus y la tensa situación económica del país, agravada por las políticas de Washington, durante el pasado año se inauguraron dos hogares de ancianos, uno en Matanzas y otro en Pinar del Río, para un total de 157 en la nación con unas 12 mil 561 camas.
Cuba posee 300 casas de abuelos, de ellas seis se abrieron en 2020, tres en la provincia de Matanzas y el resto en La Habana, Cienfuegos y Las Tunas con una capacidad de 10 mil 258 plazas, de las cuales se destinaron 39 a quienes presenten deterioro cognitivo, modalidad de atención que se ha extendido a todas las instituciones de salud.
También incrementaron las especialidades vinculadas a los adultos mayores con 53 servicios de Geriatría y mil 071 camas, 286 especialistas en Gerontología y Geriatría y 149 residentes. Se actualizó, además, la Estrategia Nacional para la Enfermedad de Alzheimer, con consulta de memoria en los servicios de larga estadía de los hospitales psiquiátricos y en 45 municipios del país.
Para reducir el impacto de la pandemia en los mayores de 60 años, considerados como población de alto riesgo, se aplicaron varias medidas que han sido retomadas en los municipios en fase de transmisión autóctona limitada.
El servicio de casas de abuelo se cerró, aunque se mantuvo la alimentación para aquellos que la solicitaran. En los hogares de ancianos se aprobaron protocolos sanitarios con medidas organizativas, epidemiológicas, preventivas y terapéuticas, entre ellas: se suspendieron las visitas y pases internos, las actividades deportivas y culturales fueron asumidas por los propios trabajadores y no por el INDER y Cultura como está establecido por convenio.
En el caso de los nuevos ingresos solo se permitió a aquellas personas con situación social crítica que tuviesen un PCR negativo, aún así se aislaron por 14 días con vigilancia extrema.
Asimismo, se empleó el medicamento cubano Biomodulina T en los hogares de ancianos, lo que permitió disminuir la tasa mensual de ingresos hospitalarios, las infecciones respiratorias agudas y la mortalidad por neumonía/IRA. Además, el fármaco se utilizó en eventos de trasmisión local en poblaciones con alto riesgo de infección por COVID-19.
En cuanto a la tasa de mortalidad en el grupo de edad de 60-74 años en 2019 alcanzó un 19,9 por ciento y se estima que el 2020 reporte un ligero incremento de 0,5, lo que representa una tasa de 20,4 fallecidos.
Para el 2021, el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor continuará atendiendo las necesidades de esta creciente población, sin dejar de fomentar su inclusión en las tareas económicas, políticas y sociales, y el empleo mayoritario de las personas aptas para trabajar. Cortesía: https://salud.msp.gob.cu/el-programa-nacional-de-atencion-integral-al-adulto-mayor-en-cuba-apuesta-por-vejez-activa-y-saludable/