El Dr. Yunior Rodríguez López, especialista en Cardiología y Máster en Urgencia Médica, tiene a su cargo el liderazgo de esa institución, muy parecida al miocardio —mio, músculo y cardio, corazón—, pues no cesa de “bombear” ni un instante, siempre en favor de la vida.
Desde su inauguración, dio a conocer el Dr. Rodríguez López, contaron con una sala de terapia intensiva de cuidados coronarios, con seis camas entonces, ahora 11; la de cuidados intermedios, con 18 camas, y la de rehabilitación; ofrecieron servicios de implantación de marcapasos —pequeño dispositivo operado con pilas que percibe cuándo el corazón late de manera irregular o muy lentamente, y se encarga de enviar una señal para que lo haga al ritmo adecuado—, ecocardiografía o ultrasonido cardíaco, ergometría o prueba del esfuerzo y la aplicación del monitor Holter —electrocardiograma ambulatorio.
Soñaban con la hemodinamia para hacer la coronariografía y las angioplastias, procederes para los cuales pacientes camagüeyanos son remitidos al cardiocentro Ernesto Che Guevara, de Villa Clara.
—¿Soñaban o sueñan?
—Soñamos, nunca hemos dejado de hacerlo, solo que entonces no se consiguió. El estudio que realiza la hemodinamia permite examinar el interior de las estructuras sanguíneas como arterias, venas, vénulas, arteriolas y capilares. Se encarga de la exploración y tratamiento de enfermedades como el infarto agudo al miocardio, la angina de pecho, enfermedades valvulares cardíacas, por solo mencionar algunas.
A dos décadas de un deseo compartido por todos los especialistas de aquel momento y los actuales, aún es una asignatura pendiente, pero que están seguros conquistarán, pues la subespecialización por departamentos deviene un propósito infinito.
“En aquella época los cardiólogos ofrecían sus servicios en cada área de Salud y el resto de los municipios de la provincia. Hoy la proyección comunitaria resulta diferente, son atendidos cinco municipios e igual número de áreas de Salud, porque en los restantes hay especialistas formados aquí, así como los de los hospitales Amalia Simoni, materno infantil Ana Betancourt y el pediátrico Eduardo Agramonte Piña. También se lleva a cabo el proceso de superación, con las categorizaciones como especialistas y profesores”, aseguró el Dr. Yunior.
ASPIRACIONES
Los 17 especialistas en Cardiología del Centro, su personal de enfermería y de rehabilitación, todos con un elevado nivel científico, trabajan por parecerse cada vez más a una institución de nivel terciario de la Salud.
“Tenemos indicadores que nos prestigian, añadió el Dr. Yunior. La mortalidad por infarto está por debajo del 12 %; los casos enviados al Cardiocentro de Villa Clara, y en ocasiones al de Santiago de Cuba van con un diagnóstico preciso, en esos sitios lo reconocen y nosotros agradecemos sus servicios en hemodinamia o de cirugía cardiovascular; mientras los internos nuestros de tercer año lo cursan en el cardiocentro William Soler, de La Habana, por faltar aquí esas dos conductas médicas.
“Constituye otro anhelo el proceso de Acreditación, resultado de la aplicación de un sistema de autoevaluación y de evaluación externa, que reconoce públicamente que una especialidad médica reúne determinados requisitos de calidad. Ello repercute en el mejoramiento de los servicios y, por consiguiente, en los enfermos. Debe realizarse en la segunda semana de diciembre y forma parte de las celebraciones por el aniversario 20 del Centro”.
Con sano orgullo el Dr. Rodríguez López dijo estar convencido de la profesionalidad de los que allí laboran con elevada sensibilidad humana y muchos deseos de hacer.
El Dr. Leandro Segura y la Lic. Gladys Valero, en la consulta de arritmias y marcapasos.
DESDE ANTES Y AHORA
Muchos pacientes fueron beneficiados con la implantación de marcapasos desde antes, pues se realiza en el “Manuel Ascunce” desde 1978, entonces en el departamento de Radiología; y otros por los servicios de rehabilitación, cercano, pero fuera del hospital.
La licenciada en enfermería Gladys Valero Caballero continúa aferrada a su pasión por esa práctica de colocar el marcapasos, antes liderada por el Profesor José Ramírez Lana, ya fallecido, y uno de los soñadores de antaño.
Ella está hoy al lado del Dr. Leandro Segura Pujal, en la consulta de arritmia y marcapasos. Son los responsables de los más de 200 dispositivos de este tipo implantados al año, aunque no los únicos, pese a las difi cultades que enfrentan en no pocas ocasiones por la falta de recursos debido al bloqueo impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica.
En la Sala de Rehabilitación hay un ambiente agradable, lleno de optimismo, profesionalidad y agradecimientos. Allí encontramos al Dr. Jorge Enrique Molina Montoya, de la policlínica Tula Aguilera y de 26 años de edad, quien se recupera de un infarto sufrido hace tres meses. Él da fe de la atención individualizada y muy especializada que recibe: “Yo la califico del primer mundo y con amor”.
Emiliano Parada Sánchez, de 54 años, ratifica lo dicho por el galeno y dice sentirse perfectamente: “Porque esto aquí es maravilloso”.
De izquierda a derecha, la Lic. María Elena Olivera Zunzunegui apoya al Dr. Jorge E. Molina en su rehabilitación. A la derecha, la Dra. Vivian Gil García, especialista en Medicina Física y Rehabilitación, lo hace con Emiliano.
NO OLVIDAR
Los entrevistados mencionaron a un grupo importante de Profesores, imposible de nombrar a todos. Coincidían en no olvidar a Rafael León Díaz, Hugo Pedroso Rodríguez, Jorge Castellanos Vasconcellos, ya fallecidos y catalogados como los cimientos de la Cardiología camagüeyana.
También rememoraron a José Ramírez Lana, recientemente desaparecido, y a otros en activo, como Justo de Lara Abad, en colaboración internacionalista, y primer pensador acerca de que este Centro era posible, el que dio la idea y no cejó en el empeño hasta lograrlo.
Como paradigmas de la especialidad calificaron también a los profesores Rafael León de la Torre, Carlos Oliva Céspedes (del “Eduardo Agramonte Piña”), Eduardo Pedroso Filiberto ( jubilado), y muchos otros.
Tampoco debe olvidarse el apoyo de las autoridades de la provincia hace poco más de 20 años para conquistar este sueño, ni que fueron utilizados un millón 200 000 pesos, y alrededor de 120 000 dólares en una obra que ha posibilitado la atención de más de 30 000 pacientes, incluidos muchos de Ciego de Ávila y de Las Tunas.
Tomado de http://www.adelante.cu