Declaraciones del ganador del Premio Príncipe de Asturias en los deportes en 1993, recordista del orbe al aire libre con 2,45 metros y en salas bajo techo con 2,43 metros.
Por: Eyleen Ríos.
JAVIER Sotomayor no necesita presentación, su nombre de sinónimo de campeón, de recordista, de salto de altura y sobre todo de atleta fiel, formado dentro de un organismo que el próximo 23 de febrero cumplirá sus primeros 60 años: el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder).
«En Cuba tenemos que agradecer a la salud, la educación, pero yo en lo particular al deporte, y a ese Inder que desde pequeño me forjó. Estuve en la Eide con solo 10 años y terminé mi vida activa dentro del alto rendimiento con 34», conversa con JIT un Sotomayor que desde finales de los años 80 es el rey del salto de altura en el atletismo mundial.
Ganador del Premio Príncipe de Asturias en los deportes en 1993, recordista del orbe al aire libre con 2,45 metros y en salas bajo techo con 2,43 metros, Sotomayor sigue siendo un hombre del deporte, ahora aportando experiencias desde otras tareas y retribuyendo en parte lo mucho que recibió.
«El Inder no solo ha significado deporte de alto rendimiento para el pueblo cubano, es también cultura física, es salud desde el deporte y la recreación, y es disfrute desde muchos puntos de vista», asegura el campeón olímpico de Barcelona 1992.
A Sotomayor le sobran los ejemplos de las virtudes del sistema deportivo en que se formó. Descubierto como talento en su natal Limonar, un pequeño pueblo de Matanzas, y luego llevado de la mano hasta el estrellato por experimentados entrenadores.
Pero no solo se trató de resultados competitivos, se le inculcaron valores, se cuidó de su bienestar como persona y es hoy un digno representante de la sociedad cubana.
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