Arte infantil: felicidad, esperanza, motivación

Camagüey- Abelardo Arias Aguilar tiene apenas 15 años y ya olvidó la cuenta de los dibujos que ha hecho para diversos eventos que, en Camagüey, Cuba y el mundo, premian la creación infantil.

De los sueños que persigue este jovencito de octavo grado —estudiante de la enseñanza secundaria en el centro mixto Carlos Rodríguez Careaga, de la comunidad Batalla de Las Guásimas— y la importancia de una adecuada nutrición para alcanzarlos “habla” él en su más reciente obra, porque en el actual calendario es ese el tema general del Concurso Internacional de Dibujo Infantil del Programa Mundial de Alimentos (PMA).

 

Fue en los últimos días de febrero cuando Abelardo consiguió la inspiración tan buscada siempre por los artistas y comenzó a pintar en una cartulina sus anhelos para el futuro; debía ilustrar con formas y colores la relación entre esos deseos y la buena alimentación; y su profesor Iván cree que lo logró.

 

En el segundo mes de 2020, Abelardo aún asistía a la escuela; pero llegó marzo y, con él, la suspensión de las clases para evitar aglomeraciones en los centros de estudios. Abelardo debía permanecer entonces —y todavía, porque lo más recomendable para evitar el contagio con COVID-19 es el aislamiento social— muchas horas en su casa: la perfecta oportunidad para dedicarle tiempo a la creación; así, alistó su dibujo para el concurso del PMA, con las ansias de que sea uno de los seleccionados para representar a Cuba en el certamen internacional u obtener algún premio en el nacional.

 

El suceso que fue en el pueblo Batalla de Las Guásimas la premiación a la niña Leidys Mariam Elías Sánchez, el calendario pasado, por resultar una de las cuatro ganadoras de la Isla en ese concurso, le da esperanzas a este muchacho integrante del taller de creación infantil Fantasibarro —liderado por Iván Castillo Guerrero, quien es instructor de artes plásticas de la casa de cultura José Manuel Collazo.

 

“En estos tiempos de pandemia, pintar es para mí una manera de desenvolverme y de mostrar que ahora puedo dedicarme más a la creación, aunque también estudio las teleclases y leo mucho”, dijo Abelardo a esta periodista de Adelante Digital.

 

Luego de concluir el trabajo para el concurso del PMA, Abelardo ocupa actualmente algunos de sus horarios en una pintura con la cual debe resaltar los valores arquitectónicos y patrimoniales de la ciudad de los tinajones; se trata de Los colores de mi ciudad, una propuesta de la galería Alejo Carpentier, para niños y adolescentes.

 

Otras obras de Abelardo compiten en el International Environmental Children´s Drawing Contest —con sede en Japón y que este año celebra su edición 21—; y en el concurso Trazaguas —auspiciado por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos. Además, entre los muchos diplomas que con orgullo y cariño guardan sus padres destacan el Gran Premio de artes plásticas en el evento Para un amigo sincero, así como el trofeo y el reconocimiento del Yo recupero materias primas.

 

“Quiero mantenerme en mi perfil artístico, seguir estudiando”, afirmó cuando dialogamos en el apartamento del edificio 5 donde vive; y me confesó su pasión por los avances tecnológicos, los materiales audiovisuales, la música, y, sobre todo, por la lectura.

 

Las clases que la televisión cubana ofrece a alumnos de octavo grado como Abelardo exigen que exactamente a las 10:30 de la mañana él esté siempre frente a la pantalla, atento y con libretas y libros listos para las orientaciones de los profesores; pero, como “hay que llevar las dos cosas a la vez”, pinta en las tardes.

 

Annerys Zulueta Batalla también debe combinar varias actividades, ahora en la casa. Aunque esta jovencita de 13 años de edad —estudiante de la Escuela de Iniciación Deportiva Cerro Pelado— no me explicó cómo se las ingenia para distribuir el tiempo entre la actividad física, el estudio de las asignaturas de su grado escolar (7mo) y el arte, sí supe que por estos días concentra sus actividades como integrante del “Fantasibarro” en una obra para el Concurso Internacional de Dibujo Infantil del Programa Mundial de Alimentos, en la cual utiliza la técnica del esgrafiado.

 

Annerys practica el balonmano y en su equipo es la portera; además de los ejercicios para mantenerse en forma y las teleclases que debe visualizar, hoy desarrolla sus habilidades artísticas para seguir sumando premios a los ya recibidos gracias al talento propio y a la guía de Iván, el instructor de arte. Entre esos reconocimientos resalta el del Memorial José Martí, el pasado año, y en el cual también Abelardo mereció un premio, y Hanet (otro niño perteneciente al taller Fantasibarro), mención.


Cristian Deivid Fernández Castellanos ha tenido que estudiar el tema de la reforestación, porque el concurso Conciencia verde propone ese tópico en su más reciente convocatoria. Si usted llega al apartamento del edificio 10 de la comunidad Batalla de Las Guásimas donde el niño reside junto con sus padres, en seguida él muestra sonriente su último dibujo, a punto de ser terminado.

 

Cristian Deivid acumula solamente una década de vida, que contrasta con muchísimo talento y alegría; estudia en la escuela primaria del pueblo, y en sus pinturas, los trenes siempre encuentran espacio. “Me gustan mucho”. Esa explicación, y su sonrisa, bastan como respuestas.

 

“Con Fantasibarro pretendo que la creación artística pueda generar en los muchachos actitudes positivas y de esperanza, además de felicidad y confianza en ellos mismos y en el ser humano. Si mañana estos niños no son artistas, porque escogen otras profesiones, no importa; lo verdaderamente sustancial es que hayan disfrutado todo lo que hicimos”, comentó Iván Castillo Guerrero, el joven y entusiasta instructor de arte, quien hace ya una década fundó este taller en la comunidad Batalla de Las Guásimas.

 

Aunque actualmente los alumnos de Iván utilizan técnicas tradicionales, con énfasis en el dibujo y el esgrafiado, por ser alternativas menos costosas; también han creado usando materiales naturales como semillas, aserrín, cascarones de huevo y yagua; los cuales requieren de acetato para poder incorporarse a la cartulina; y, lógicamente, lograr este tipo de obras resulta más caro, sobre todo cuando es necesario comprar pegamento, barro, colores, crayolas: todo mediante gestión personal del profesor que lidera el taller, según confesó él mismo a este diario digital.

 

Del valor del arte como “asidero en tiempos difíciles” y las maneras de las cuales, desde casa, trabajan hoy los niños de su taller, también conversó Iván con esta reportera. Fue así que explicó cómo realizan la “lluvia de ideas” cuando ya tienen el tema de un concurso: “A partir de ese tópico general, hacemos un trabajo de mesa —antes, todos juntos, en la casa de cultura; ahora, cada niño en su vivienda, y yo, que los visito uno a uno para orientarlos— que incluye diálogos, visualización de documentales… y mucha lectura, hasta cuando logremos una suficiente concientización de la importancia del tema y de cómo expresarlo desde las artes plásticas. De ese modo podemos comenzar entonces a concretar la obra, a partir de las ideas que ellos proponen y las que yo les sugiero”.

 

El instructor del “Fantasibarro” fotografió a Evyan cuando trabajaba en el patio de su casa para lograr una pieza que representara a este taller de creación infantil en el concurso Los colores de mi ciudad. Aunque esta vez no contemos la historia de este niño en texto, sí lo hacemos en imagen.

El instructor del “Fantasibarro” fotografió a Evyan cuando trabajaba en el patio de su casa para lograr una pieza que representara a este taller de creación infantil en el concurso Los colores de mi ciudad. Aunque esta vez no contemos la historia de este niño en texto, sí lo hacemos en imagen.

 

Por Malena Alvarez Julín / Adelante