Los colectivos laborales, lejos de cruzarse de brazos a la espera de bonanzas económicas, optan por unir voluntad y disposición en el propósito de sortear escollos, mantenerse activos, y sumarse al aporte impostergable de bienes y servicios para la población.
Por supuesto, el despliegue requiere de un uso mesurado del capital humano, y crearle al obrero las mejores condiciones posibles, en medio de limitaciones con el transporte y la alimentación.
“DESVELADOS” EN EL MAMBÍ…
La gran nave es un hervidero. En la Unidad Empresarial de Base (UEB) El Mambí, perteneciente a la Empresa Provincial de Conservas y Vegetales de Camagüey, varias posiciones mantienen en “zafarrancho” a sus trabajadores.
Ocurre así en el área destinada a la elaboración de mayonesa, donde ocho trabajadores y un jefe de turno se encargan de elaborar el delicioso alimento, de uso múltiple en platos criollos, como componente de pastas y para bocaditos. Ágiles manos quiebran los huevos con envidiable velocidad, los vierten en cubetas, previo a su posterior mezcla con el aceite en unos tachos que le dan “el golpe” final.
Daysi Céspedes, auxiliar de producción, es una de los tantos presentes en la fábrica en un horario ideal para el descanso hogareño: “Entramos poco después de las seis de la tarde, y no hay hora para irse. Todo depende de la disponibilidad de materia prima, y como ve ---apunta para una estiba de huevos---, tenemos trabajo pendiente para un buen rato”, dice, y muestra una discreta sonrisa.
NO ES UN HORARIO COMÚN
“En otros momentos se ha hecho. Ahora contamos con materia prima, y aunque el horario es complicado, estamos produciendo”. Daysi, sin dejar de realizar sus labores, reconoce el esfuerzo realizado en el centro para asegurar el retorno a casa, y la garantía de una merienda acorde con la ocasión.
Ernesto Fernández, el jefe de turno, manifestó que están laborando fuerte. “Desde que se informó la necesidad de usar el horario nocturno, el colectivo respondió. Y todo el mundo está ‘faja’o’, por hacer las cosas bien”.
“Este es un buen colectivo, y la gente respondió, porque le gusta trabajar y hay bastante por hacer. Eso, lógicamente, nos mantiene incentivados, porque producimos comida para el pueblo a la vez que nos beneficiamos económicamente”.
Un oloroso chorro de pulpa de guayaba, a 90 grados de temperatura, baja por un tubo metálico, y va llenando pomos de 20 litros. Hay que extremar precauciones. El más pequeño descuido puede causar quemaduras.
A Georgina Lago estas jornadas no la toman de sorpresa. Lleva varios años en la industria y, en otros momentos, por ejemplo, “en el pico del mango, debíamos estar aquí, incluso, por varios días”.
A su lado, el joven Yasmani García, contratado como operario, sentencia: “lo importante es producir”.
Resuelto un problema mecánico momentáneo, sobre la larga estera comienzan a deslizarse los mangos, que en poco tiempo se convertirán en una espesa pulpa, con variados usos posteriores.
“En las últimas jornadas hemos procesado unas 500 toneladas entre El Mambí y Camalote, muy golpeado por los cortes eléctricos, informó Rugni Díaz Duro, director de la institución conservera en la provincia.
“Este desempeño ha permitido recuperar gradualmente los compromisos, y en jornadas anteriores conseguimos elaborar néctares embotellados y sofrito en porrones de cinco litros, ambos con una gran aceptación. La gente ha respondido, y en los resultados de estas jornadas se ha visto. Sabemos que tenemos un alto compromiso con llevar al pueblo más alimentos. Eso nos anima, y muchísimo”, afirmó.
UNA FÁBRICA DE ELITE…
No pocos afirman que el vinagre de la UEB Elite goza de justificado prestigio, y no solo por constituir una de las tres existentes en Cuba. Sus múltiples usos lo convierten en presencia casi obligada en la cocina cubana y en tiempos de diversos apremios, la fábrica agramontina busca vías que garanticen su elaboración hacia los distintos mercados.
La ingeniera Kenia González Pérez, su directora, remarca el entusiasmo reinante. “Llegamos de noche y nos vamos con las primeras luces del día siguiente. Hay un buen ambiente general, y eso permite avanzar muchísimo en los planes”.
Los números reflejan los progresos. Al cierre de mayo, el plan marcaba 14 600 paquetes (seis envases en cada uno), y se logró cerrar con 14 642, que unido a los 17 536 entregados a granel, elevó lo alcanzado a 191 380 litros del gustado aderezo.
Pese a los múltiples inconvenientes derivados del envejecimiento tecnológico, alcanzaron el soplado de 171 025 pomos del formato de un litro, poco más de 21 000 sobre lo planificado, lo que se tradujo en beneficio salarial a quienes se encargan de esa labor, acogidos al sistema de pago a destajo.
Varios coincidieron en que este horario les resulta confortable, provechoso, pues se logra un mejor rendimiento de la jornada. Con el “ejercicio” de meses previos, en junio estaban creadas las condiciones para asumir, los lunes, miércoles y viernes, el ciclo productivo, que requiere hilvanar áreas imprescindibles como fermentación, clarificación y filtrado.
Y aunque ahora no tienen en cartera la tradicional línea de vino seco, ya “cocinan” nuevos usos para su producto líder, y lograr que siga en la Elite del país, con mejores versiones.
La disposición, refirió la directiva, es sostener la alternativa hasta tanto se normalice la situación energética. “En nuestros trabajadores hay comprensión, e interés de mantener este ritmo mientras sea necesario”, agregó.
No son seres solitarios. En casa han dejado a los suyos, muchas veces cuando aún no hay electricidad, o recién comienzan las labores domésticas. Hoy, para muchos de nuestros colectivos, las noches no se apagan. Se abrazan con las mañanas. (Gilberto Rodríguez Rivero/ Adelante) (Foto: Leandro Pérez Pérez/ Adelante)