“Erick, el matemático camagüeyano que apoya la investigación en Cuba de candidatos vacunales contra la Covid-19”

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Camagüey- Cuando el nuevo coronavirus pone en vilo al mundo y trastoca cotidianidades, hay personas que logran trascender los necesarios encierros sin dejar de seguir las normas que dicta el distanciamiento social. La respuesta la encuentran en esas aficiones a las cuales la premura de tiempos normales pareciera robarles espacio en las agendas, pero que son, esencialmente liberadoras. 
El máster en ciencias Erick Sedeño Bueno halla en la Matemática una razón de vida y un agradable pretexto para ganarle a la COVID-19 en momentos que asaltan la calma y las nostalgias. 
Cuenta que desde que se detectaron los primeros casos en la Isla, se convirtió en un seguidor de las estadísticas que publicaba diariamente el Ministerio de Salud Pública. Matemático de pura cepa no hizo esperar sus propios cálculos y comenzó a elaborar modelos y gráficos para predecir el comportamiento de la COVID-19.
Transcurridos algunos días de la epidemia ya sus modelos mostraban resultados y decidió contactar con colegas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Erick había trabajado con ellos anteriormente, a principios de los años 2000, en la modelación de epidemias de dengue en el país y había participado en eventos internacionales sobre el tema.
“Les envío mis modelos y al día siguiente me llaman por teléfono compañeros del IPK y del Instituto de Vacunas Carlos J. Finlay. Estaban reunidos y me ponen en altavoz para que explique el modelo que había utilizado, porque era atípico, diferente a los que se estaban empleando hasta el momento”, narra.
Le solicitan que colabore con ellos, esta vez no en el pronóstico del país, sino en la elaboración de modelos que permitieran valorar la eficacia de la intervención de candidatos vacunales. Desde entonces Erick comparte su tiempo entre el trabajo del Centro de Investigaciones de Medio Ambiente de Camagüey (CIMAC), donde labora como investigador agregado, y la realización de modelaciones, que aportan de manera sustancial al enfrentamiento de la COVID-19 en el país.
Abre sus modelos y me explica cómo funciona cada uno y las particularidades que entrañan. La pantalla se dibuja en sucesiones de modelos: los ARIMA, el Richard, los SIR (muy conocidos ya por la familia cubana), y los de redes neuronales LSTM, de inteligencia artificial. “El objetivo de estos últimos es que el modelo aprenda solo a enfrentarse a un pronóstico anterior”, aclara.
Tiene el brillo en la mirada de quien habla de mundos apasionantes y absorbentes a un mismo tiempo. Dice que se pasa “varias horas ahí, pegado a su ordenador, estudiando mucho y aplicado varios tipos de modelos matemáticos a epidemiología”. Y eso le ha permitido ganar en conocimientos y aportar mediante su ciencia al país.
Este tipo de labores requiere pensamiento colectivo y trabajo coral. Por eso forma parte de un grupo multidisciplinario que integran investigadores de GeoCuba, matemáticos y médicos. Aunque algunos se encuentran allende los mares la tecnología ha logrado acortar distancias y fomentar debates en un grupo de Telegram donde todos aportan.
También ha llevado su quehacer diario en la cartografía al estudio de la COVID-19. Programas como R-project 4.0 le han permitido hacer representaciones del comportamiento de la enfermedad en mapas dinámicos.
En este camino nunca ha estado solo. Su esposa Odalys Brito Martínez comparte venturas y desventuras con él. Siempre juntos en la ciencia y en la vida. “Su apoyo hizo posible todo, su paciencia y comprensión fueron decisivos en cada paso”. 
Confiesa que saberse útil, haciendo algo que le gusta, es lo único que lo ayuda a soportar la idea de las ineludibles distancias físicas. “Desde marzo no puedo ver a mi hija Érika, porque ella vive en Cascorro. Cuando hablamos por teléfono me dice: 'papá, he crecido mucho'”. Un silencio. Él aguarda, comprende que la situación lo exige por el bien de los seres queridos, y atesora el más cálido de los abrazos para cuando todo sea un sombrío, pero lejano, recuerdo.
Por ahora, “en momentos así, cuando surge la oportunidad, retomo a mi novia eterna, la Matemática”, esa que lo acompaña desde la niñez. Recuerda aquellos momentos en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Máximo Gómez Báez cuando eligió la carrera. Quien lo conoce sabe que la vocación le venía en el ADN: su padre era matemático y su mamá, física. No era de extrañar que se decantara por ella quien había integrado el equipo Camagüey de las Olimpiadas y había alcanzado medallas. 
“Al graduarte y ver el espectro tan amplio que tienen las matemáticas te sorprendes, porque puedes aplicar los conocimientos en diversas ramas. Me di cuenta de que un matemático, debido a su formación, piensa diferente. Los algoritmos y las optimizaciones que estudia las emplea hasta cuando camina por las calles”, asegura, y añade que fue precisamente esta formación la que le ayudó a introducirse en un campo nuevo: los sistemas de información geográficos.
Esta ciencia, asegura, “no es solo número o medir, es comprender las relaciones que existen entre las cosas de la vida” y mira a su alrededor para mostrar que hasta en los pequeños detalles hay matemática. 
“El análisis espacial lleva detrás filtros, y los filtros en los análisis de las imágenes son matrices binarias. La misma computadora, cada ícono que pinchas tiene detrás un algoritmo y ese algoritmo tiene una lógica, una secuencia y una estructura matemática”.
Explica que gracias a “esta novia” ha podido incursionar en la escultura, la carpintería y la ebanistería. En ellas combina la ciencia con el arte, pero, ¿quién a estas alturas puede decir que la matemática no es arte?
Lo que sí es una certeza para Erick es que su profesión le ha abierto muchas puertas para comprender la realidad y transformarla. “Una vez encontré una frase de mi papá y descubrí en ella tanta verdad que decidí ponerla en mi tesis: 'La esencia de la matemática radica en su libertad'”.
 
Texto: Damaris Hernández Marí/Colaboradora 
Foto: Cortesía del entrevistado
 
 
 Erick Sedeño Bueno matemático e investigador del CIMAC Foto pequeña

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