“Josefa: una geógrafa apasionada por la docencia y la investigación”

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Camagüey- Encontrar la vocación es quizás una de las tareas más arduas que debemos afrontar en la vida. ¿Qué estudiaré? ¿A qué labor dedicaré mis días? ¿Estaré en el camino correcto? Son algunas de las interrogantes que nos asaltan cuando una boleta intenta definirnos el camino y las opciones parecieran no alcanzar para medir nuestros sueños. Pero siempre hay personas que tienen claro su futuro, como si desde pequeños llevaran en su ADN una incuestionable certeza sobre lo que serán una vez que la niñez dé paso a la juventud.Josefa y Fidel

“Cuando terminaba la secundaria básica hubo un llamado a los jóvenes cubanos a incorporarse a las carreras pedagógicas, por la necesidad de profesores para dar continuidad a la gran obra educacional de la Revolución. Muchos jóvenes nos incorporamos a la carrera que nos formaría como profesores de secundaria básica primero y luego como licenciados en Educación”. Esa fue la realidad de la Dra.C. Josefa Primelles Fariñas, investigadora titular del Centro de Investigaciones de Medio Ambiente de Camagüey (CIMAC), para quien el magisterio es mucho más que una vocación.

“Seleccioné la especialidad Geografía por su carácter integrador, holístico y porque dota a las personas de saberes y elementos culturales imprescindibles para su adecuado desenvolvimiento profesional y personal”, explica.

Cuando sus padres supieron la noticia la casa fue toda celebración. Nunca antes en la familia hubo maestros, técnicos ni graduados universitarios. La procedencia humilde de su madre campesina y su padre obrero no les había permitido los estudios superiores.Cuenta que desde pequeña le gustaba mucho jugar a ser la maestra de sus juguetes. Lo que había empezado como su juegoinfantil preferido cristalizó tiempo después en elección de vida.

La Revolución triunfó cuando ella tenía solo seis años. Mira al pasado evocando aquella época y relata que “se abrió para mí, como para cientos de miles de niños y jóvenes de la Cuba de entonces, un mundo de oportunidades para aprender. Es por eso que agradeceré siempre a la obra educacional de la Revolución Cubana y a mi madre, que alentó mis primeras ansias de superación”.

Pero, ¿qué es lo que más disfruta Josefa de la enseñanza? Responde sin vacilar un instante: “interactuar con los jóvenes, saber que puedo contribuir modestamente a su formación, sentir que retan mi conocimiento y me obligan a seguir estudiando; y su afecto”. La expresión de su rostro confirma las palabrasde quien asume el magisterio como una de las más nobles y gratificantes de las profesiones. Es por ello que ha estado vinculada a la docencia de pregrado y posgrado 47 años de manera ininterrumpida, de los cuales 35 los ha dedicado a la enseñanza superior.

“Siempre me he sentido obligada a enseñar, como dijera Martí, recibimos educación y luego debemos contribuir a la educación de los demás. Creo firmemente en el papel trascendente de la educación para la construcción de ese país soberano, próspero y sostenible que soñamos. Por eso nunca he dejado de dar clases y he logrado enamorar a otros con esa hermosa tarea”.

El año 1983 le impuso nuevos desafíos. Pasa entonces a trabajar en la Academia de Ciencias en la cual llegó a ser vicedelegada y luego, al crearse la Filial del Instituto de Geografía en Camagüey, se incorpora a ella porque sintió la motivación de vincularse a la ciencia geográfica. Es allí donde empezó a dar los primeros pasos en el camino de la investigación.

Del CIMAC es fundadora.Cuenta que con la creación del CIMAC a partir la integración de las filiales de los institutos de Geografía y de Ecología y Sistemática y del Grupo de Arqueología en 1996 pasa a dirigir el Departamento de Geoinformática hasta el 2016.

Múltiples son los proyectos que la han marcado como investigadora, pero atesora uno como quien guarda una reliquia por su especial significación: la obra Atlas de Camagüey. “Hermosa obra cartográfica, el primer atlas regional del país, fruto del trabajo de un numeroso grupo de investigadores y especialistas. Y por si fuera poco, tuve la oportunidad, junto a otro colega, de entregar el Atlas a Fidel, el 26 de julio de 1989, en la Plaza de la Revolución Ignacio Agramonte. Fue una vivencia inolvidable, abrazar a Fidel, oír su voz cálida y muy baja, interesándose por detalles del trabajo realizado, por conocer quiénes lo habían hecho, de ese momento guardo una foto muy querida que me hizo llegar, meses después, un fotógrafo amigo”, relata.

Su tesis doctoral marcó otra huella en su quehacer científico con el diseño del sistema de información ambiental como soporte de la evaluación del medio ambiente físico urbano en Camagüey. “Allí enlacé mi labor investigativa a la ciudad, a su medio ambiente y las geotecnologías”.

Quienes la conocen de cerca saben de sus desvelos por los Estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo ante desastres, que desde el 2005 se desarrollan en todo el país. “Han aglutinado a todo el potencial científico técnico territorial y han hecho importantes aportes a la gestión de riesgos de desastres a nivel local”.

Su paciencia y experticia como investigadora le han permitido incursionar en los modelos de ordenamiento ambiental, que son “importantes herramientas para la sostenibilidad del desarrollo territorial” y en el manejo sostenible de tierras en el sector agrícola, el cual le ha permitido “acercarse a los campesinos y sus saberes y trabajar junto a ellos y a otros muchos especialistas y técnicos, por el avance hacia la soberanía alimentaria y la sostenibilidad de la práctica agrícola”.

Y es que Josefa encuentra en la investigación su realización como profesional, por eso ha podido incursionar en varias líneas con disciplina y mucha entrega. “La investigación es para mí la oportunidad de hacer algo que me gusta y que sé útil. Es cierto que puede ser compleja, que se necesita perseverancia, superación constante, modestia y habilidades para trabajar en equipo, pero es una tarea hermosa.Si a eso le añades la motivación que para los investigadores cubanos de mi generación fue el acompañamiento de Fidel, que veía en la ciencia el futuro de Cuba; de los más jóvenes, que abrazan su legado, puedes comprender entonces la pasión que ponen en sus tareas”.

Para quien la vida como investigadora ha sido tan intensa no le son ajenos los premios y las distinciones. Sin embargo hay una que le trae muy gratos recuerdos. Recibió la Orden Carlos J. Finlay que otorga el Consejo de Estado, de manos del hoy Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel en el año 2013. “Ha sido sin dudas un gran estímulo, que recibí en nombre de todos los colaboradores que en estos largos años de trabajo me han acompañado, y sin los cuales no habría sido posible obtener los resultados. Es también un compromiso para seguir trabajando mientras sea útil a mi país y a la Revolución”.Orden Carlos J. Finlay

Texto: Damaris Hernández Marí/ Periodista y especialista de comunicación del Centro de Investigaciones de Medio Ambiente de Camagüey (CIMAC).

Foto: Cortesía de la entrevistada

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