Autoridad y autoritarismo en el hogar. “Mi niña no quiere dormir sola”.

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“Mi niña no quiere dormir sola”.
“Este tiempo de cuarentena ha superado mi capacidad de madre”.
“Tiendo a perder la paciencia, me altero y alzo la voz”.
“Me gustaría tener un ratito para mí”.
 
Estas frases expresan preocupaciones y malestares cotidianos que, en parte, tienen mucho que ver con los límites y el ejercicio de la autoridad. Es fundamental que cada persona tenga su espacio, conozca bien cuál es su lugar y sus funciones en la familia; los límites son imprescindibles para ello.
 
Para establecer bien los límites es necesario el ejercicio saludable de la AUTORIDAD. Se trata de la función que delimita cada lugar desde la comprensión de las necesidades de todas las personas que forman partes de las relaciones familiares.
Al inicio, las necesidades de una o un recién nacido requieren de una disposición muy grande e intensa por parte de adultos primordiales. Luego las necesidades van cambiando conforme al desarrollo alcanzado en cada etapa, y esto implica una constante acomodación de lugares. No es igual atender los requerimientos de un bebé que los de un o una adolescente.
 
Saber por dónde pasa el límite, cuándo es una demanda adecuada, implica el conocimiento de cada etapa por parte de las personas adultas, ya que son ellas las que deben ir guiando el crecimiento desde unos criterios. No se puede dejar el crecer liberado a “algo que llega solo” o que “será cuando el niño quiera”. Es necesario reflexionar sobre esos criterios, ya que hay muchas pautas de crianza normalizadas aprendidas y que no son saludables.
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Es clave no caer en el “darlo todo y amar sin medida”, ya que esto conlleva: el dar de más y no lo que se necesita, la sobreprotección, las actitudes arbitrarias de “esto ahora sí y después no” que implican justamente ejercer autoritarismo, ya que no se tienen en cuenta las necesidades al colocar los límites. Esto dificulta el desarrollo saludable de la crianza. Muchas veces la culpa, la pena, el qué dirán, hacen que las personas adultas no estén convencidas y se desdigan en su autoridad.
 
Ante todo lo anterior podríamos preguntarnos: ¿En la vida cotidiana con nuestras hijas e hijos, cuándo la autoridad se convierte en autoritarismo?, ¿Cuánto ayuda el ejercicio saludable de la autoridad al proceso de crecer y como lo daña el autoritarismo?, ¿cómo madres y padres estamos preparadas y preparados para el ejercicio saludable de la autoridad?
Tomado del material “Convivencia y crianza en tiempos de pandemia. (IV). Ejercicio de la autoridad.” Cortesía: http://www.cubadebate.cu/noticias/
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