En el asentamiento poblacional conocido como Tierra Prieta, situado en la circunscripción 114 del Consejo Popular La Esperanza, en la periferia del municipio de Camagüey, la anciana centenaria Paula Matos Osorio y su hijo Ramón Gamboa acaban de recibir una confortable vivienda.
Damnificada por eventos meteorológicos, esta familia vivía en condiciones vulnerables y ante la tardanza para resolver su situación la dirección política camagüeyana exigió la respuesta a entidades locales para que, con la ayuda de la comunidad, solucionaran sin más dilaciones esa necesidad.
En sólo once días una brigada de la Unidad Empresarial de Base de Comercio del Distrito Ignacio Agramonte, en la capital provincial, asumió la construcción de la nueva morada, con el aporte de recursos de ese sector y de fabricantes individuales de materiales de la construcción en la propia demarcación, como parte del programa de la autarquía en dicho Consejo Popular, según expresó Ismara castillo Rivero, secretaria de la Asamblea Municipal del Poder Popular.
También se unieron la cooperativa de créditos y servicios Hugo Camejo, aledaños a la circunscripción y la dirección municipal de trabajo y seguridad y social con la entrega de una cama, un colchón, un set de cocina de inducción y avituallamiento que contribuyen a la mejoría de la calidad de vida de estas personas.
Son razones suficientes para que la felicidad brille en los ojos de la aún activa abuela Paula Matos Osorio, quien desde la sala de su casa nueva, dice que ahora no habrá ciclón que se la lleve.
Campesina de toda la vida al igual que su hijo Ramón Gamboa, con quien vive, la anciana asombra por su lucidez con cien años de vida cumplidos; una edad a la que, según ella, nunca pensó llegar y que ahora tiene más motivos para sobrepasar.
Con ese tiempo de vida, Paula no permanece tranquila y lo mismo ayuda en la cocina, que lava alguna ropa y hasta cose a mano, en tanto recibe el cariño de cuantos la rodean a quienes delita con las anécdotas de su juventud.
De su Baracoa natal, recuerda con alegría los años mozos cuando disfrutaba bailar en las fiestas de Nochebuena para las que se engalanaba, y tampoco ha olvidado lo mucho que tuvo que trabajar en la recogida de café y en otras labores agrícolas para mantener a una numerosa familia formada por diez hijos, de los cuales la mitad ya ha fallecido.
Ahora se siente tranquila y con gran cariño agradeció a la dirección política y gubernamental de la provincia y el municipio por la nueva casa para ella y su hijo.
Por su impacto directo en el bienestar del pueblo, la ejecución de la Política de la Vivienda constituye una de las prioridades para el Estado Cubano y sigue adelante pese a dificultades materiales, por lo que no deben admitirse morosidades sino apelar a las múltiples alternativas que se gestan desde la propia comunidad como la producción local de materiales de la construcción.
Todo ello debe transitar por el chequeo sistemático y la sensibilidad de los responsables de la tarea para lograr que, como la abuelita Paula, muchos más se sumen a la felicidad de vivir en una casa segura y confortable.
(Texto y Fotos: Yamylé Fernández)
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