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Desde la Carlos J. Finlay ante los nuevos retos en la Atención Primaria de Salud, se realiza el Entrenamiento a Directores de Policlínicos cumpliendo las medidas de distanciamiento desde el sistema de trabajo para la conducción adecuada de los procesos hasta los protocolos actualizados del Programa Materno Infantil y #COVID19. El compromiso de los administrativos de salud lleva implícita la preparación para prestar el servicio que la población necesita. #Camaguey #CubaPorLaVida #CubaSalva

A pesar de las muchas investigaciones contra el cáncer, aún se desconoce qué sucede cuando se origina. Según Direna Alonso, que ha publicado en la revista Nature un reciente estudio sobre el inicio del cáncer de páncreas, la clave de este big bang es una combinación de genética y entorno.
“Queríamos saber qué pasa para que una célula normal inicie un cáncer”, resume la investigadora Direna Alonso Curbelo. El objetivo era en apariencia simple y, al mismo tiempo, paradójicamente ambicioso: “Hasta hace poco no se podía entender bien, porque las técnicas no lo permitían y solo podía estudiarse cuando ya era tarde. Pero conocer qué pasa en los momentos iniciales del cáncer es importantísimo para poder mejorar los diagnósticos y los tratamientos”.
El proyecto se inició hace seis años en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, adonde llegó tras completar su tesis en el CNIO de Madrid. El propósito concreto era desentrañar el inicio del tipo más frecuente de cáncer de páncreas, particularmente sibilino y mortal. Ahora, mientras planifica su futuro, se publican los resultados en la revista Nature.
Esto es lo que han encontrado y esta es parte de su historia.
Los golpes del entorno
Se sabe mucho de los tumores una vez se desarrollan, pero el comienzo es una suerte de momento pequeño y oscuro con muchos interrogantes
El inicio del cáncer es un big bang de la biología.
Se sabe mucho de los tumores una vez se desarrollan, pero el comienzo es una suerte de momento pequeño y oscuro con muchos interrogantes. Por ejemplo, los tejidos sanos acumulan mutaciones, cambios en el ADN típico del cáncer con la edad, pero en la inmensa mayoría de las ocasiones se autolimitan y no van más allá. ¿De qué depende que vayan o no vayan más allá? La idea actual es que, para desarrollarse un tumor, una célula necesita recibir diversos golpes, superar una serie de obstáculos. Y esto, muchas veces, parece que no pasa únicamente por acumular mutaciones.
En el año 1985, el grupo de la investigadora Mina Bissell presentó unos experimentos sorprendentes. Usando un virus que provoca tumores en los pollos, comprobaron con cierto pasmo que solo aparecían en la zona de la inyección. Aunque se introdujera en la sangre, el virus solo actuaba en el lugar del pinchazo. Más aún: si la punción se hacía en un ala y al mismo tiempo se provocaba una herida en el ala contraria, entonces aparecían dos tumores, uno en cada una. El virus parecía necesitar que el entorno se rompiera.
Ese es uno de los obstáculos principales que el cáncer debe superar, el del microambiente o microentorno normal de las células, la arquitectura que les sirve de protección.
Y esa es una de las posibles explicaciones a por qué se ha curado el cáncer tantas veces en una placa de plástico de laboratorio. Porque allí se prescinde del entorno
El trabajo
La inmensa mayoría de los tumores de páncreas tienen una mutación muy agresiva en un gen llamado KRAS. Sin embargo, esta no parece suficiente para iniciar el cáncer, se necesita una agresión añadida. Generalmente esta agresión es una inflamación del entorno, como la que provoca una pancreatitis. Algo similar a la herida en el ala de los pollos. “Esto era algo que ya se sabía, lo había demostrado el grupo de Mariano Barbacid en el CNIO”, explica Alonso. Lo que no se sabía era qué pasaba cuando el tumor comenzaba.
Para estudiarlo usaron ratones con o sin la mutación a los que se sometía o no a un daño químico, la simulación en el laboratorio de una pancreatitis. Luego utilizaron todo un arsenal de técnicas para analizar lo que pasaba en el páncreas con la mutación o sin ella, cómo se comportaban frente al daño o en ausencia de él. Y, si se iniciaba el cáncer, qué sucedía al inicio y al final. Un estudio de casi todos los paisajes posibles.
Los resultados fueron tan contundentes como se esperaba: en general, ni la mutación ni el daño por sí solos daban lugar a tumores. Estos aparecían cuando las dos situaciones se combinaban. “Las células con la mutación se aprovechan de los mecanismos que usan los tejidos normales para repararse y regenerarse frente a la agresión, pero los desvían para iniciar el tumor”, explica Alonso. “Y esto encaja con la imagen que se tiene del cáncer como de una herida que no sana. Un tumor es la célula y sus circunstancias”.
El gran reto fue estudiar qué diferenciaba a la célula tumoral de la normal, qué sucedía para que en los ratones sin la mutación el páncreas se regenerase sin problemas y que los mutados, en cambio, iniciasen un cáncer fatal. “Encontramos casi 10 000 cambios entre uno y otro proceso”, asegura Alonso, “y demostramos que algunos de ellos no solo acompañaban al tumor, sino que contribuían a su formación”.
La inmensa mayoría de estos cambios no están en las letras o la secuencia de ADN, sino en las marcas químicas que se le asocian para que se enrolle de forma más o menos laxa. Son lo que se conoce como cambios epigenéticos (por encima de la genética). En general actúan abriendo o cerrando el ADN, permitiendo o impidiendo su lectura, y son claves para definir la identidad celular.
El ADN se abre en ciertas regiones para dar las instrucciones de reparación de la célula, y ahí se desata el riesgo. La mutación aprovecha el momento en que la rendija asoma y abre las compuertas al descontrol. La imagen sería parecida a la de alguien que encuentra un coche con el motor encendido, la mutación en KRAS, y pretende robarlo, pero las puertas están cerradas y las ventanillas bajadas. Solo necesita que alguna se abra para poder llevárselo.
Solo que si lo consigue comprobará que no tenía frenos. “Y que lleva el GPS mal configurado”, precisa Alonso, así que además “lo llevará por el camino equivocado”.
Las aplicaciones y la continuación
Hay una pregunta repetitiva y ciertamente molesta que se les suele hacer a quienes se dedican a la ciencia básica, llamada así no por su sencillez sino por no dirigirse directamente a una aplicación concreta. La pregunta es: ¿esto para qué sirve?
Así pues: ¿esto para qué?
En un comentario que acompaña al artículo en la revista Nature, los investigadores australianos Sane Vassiliadis y Mark A. Dawson concluyen: “Dado que muchos de nuestros tejidos […] tienen clones de células con mutaciones que están sometidos a daños del entorno, estos hallazgos pueden tener implicaciones de gran alcance. Sus resultados deberían formar la base de estudios futuros”.
Alonso tiene claras las posibles utilidades, y también varios de los escollos. Una es que abre la puerta a posibles tratamientos contra uno de los tumores más mortales y agresivos, aunque no sea sencillo. En el laboratorio probaron a evitar la activación de la mayor parte de los genes desviados, a mantener el freno del coche (hay fármacos que pueden hacer esto, los inhibidores de BRD4, en la jerga, aunque sus efectos son muy generales). “Esto era eficaz, pero también perjudicaba a la reparación del órgano”, explica. “Ahora necesitamos identificar dianas concretas y específicas del tumor que podamos atacar con éxito”.
Otra posible aplicación es el diagnóstico precoz, detectar el tumor antes de que dé síntomas y multiplicar así las opciones de curación (el principal problema del cáncer de páncreas es que suele detectarse demasiado tarde). “Si conocemos qué señales aparecen al inicio podríamos buscarlas en la sangre”, apunta Alonso. Este análisis, conocido como biopsia líquida, es una de las esperanzas en la lucha contra el cáncer, pero tiene dificultades. Por ejemplo, se necesitan señales que aparezcan en el tumor y solo allí, para evitar así un aluvión de posibles diagnósticos falsos.
Alonso es plenamente consciente, de ahí que hicieran “un esfuerzo por distinguirlo de otros procesos como los de una pancreatitis”. También reconoce que ese no era su objetivo principal y que “hay otros grupos que son especialistas en eso”. Lo que sí tiene claro es que “entender lo que pasa en las células es el primer paso para poder llegar a ello”.
La siguiente pregunta es: ¿y ahora qué?
“Los objetivos son tres”, resume Alonso. “Quiero estudiar cuáles son los genes alterados más importantes en el tumor, cuál es la célula concreta que lo origina y entender mejor las señales del ambiente, lo cual servirá seguramente para mejorar los tratamientos de inmunoterapia”. Y todo eso, si es posible, quiere hacerlo en España. “Mi ilusión es ser científica y no tener que renunciar a mi país. No quiero volver a España a jubilarme”.
El origen y el entorno: una biografía
La frase que encabeza este artículo es la que preside también la tesis doctoral de Direna Alonso, una tesis sobre el melanoma o cáncer de piel realizada en el CNIO de Madrid. La firma José Miguel Alonso Fernández-Aceytuno, un reconocido arquitecto y paisajista canario, quien murió por un melanoma en 2004. Y que era el padre de la investigadora.
Como en tantas otras biografías, “yo no tenía una vocación clara”, reconoce Alonso. “Me gustaban muchas cosas y recuerdo pensar de forma ñoña que quería dedicarme a algo que mejorase el mundo. Mi padre me dijo entonces: cualquier trabajo que hagas podría mejorar el mundo, es la actitud lo que cuenta”.
Una vez decidido que estudiaría algo relacionado con la salud, escogió Farmacia “porque mezclaba muchos aspectos” y fue en segundo de carrera cuando a su padre le diagnosticaron el tumor.
“Fue muy duro”, reconoce Alonso, aún emocionada cuando piensa en ello. “Recuerdo la sensación de frustración al ver que en los libros de texto no estaba la solución a lo que le pasaba a mi padre”. Fue entonces cuando decidió que quería investigar sobre el cáncer. Y justo mientras estaba en conversaciones para entrar en el CNIO, el centro empezaba una línea de investigación sobre melanoma dirigida por la científica Marisol Soengas. Alonso se unió a su grupo.
“Desde entonces se han desarrollado varios tratamientos contra el melanoma, pero por entonces apenas había nada”, explica Alonso. “Y el cáncer de páncreas está hoy como lo estaba el melanoma antes”. En esa línea quiere continuar.
Creo que debemos empezar a valorar y visibilizar mucho más el fracaso como algo natural en la investigación. No somos solo nuestro currículum y nuestras publicaciones, Direna Alonso
“Afortunadamente, he conseguido una beca de “la Caixa”, que sirve de ayuda para pasar de ser investigadora posdoctoral a iniciar un grupo propio de investigación”. Esa beca es la que le puede facilitar continuar el proyecto, pero obtenerla no fue un proceso sencillo. “Creo que debemos empezar a valorar y visibilizar mucho más el fracaso como algo natural en la investigación”, comenta.
“Es cierto que conseguí esta beca, pero también me han rechazado otras. Una cosa que me parece positiva es que en este caso la concedieron antes incluso de que este trabajo estuviera aceptado para ser publicado. Aunque importante, los investigadores no somos solo nuestro currículum y nuestras publicaciones”.
Ahora su ilusión es volver a España, aunque aún no tiene nada decidido. “La cantidad de inversión que ha tenido este proyecto en Estados Unidos ha sido brutal. En otros lugares habría sido seguramente el único proyecto de todo el laboratorio, no una línea más”, reconoce. “Pero en España hay grupos punteros que están haciendo trabajos muy importantes con mucha menos financiación. Ojalá hubiera más, pero tenemos que quitarnos complejos, fuera se nos valora mucho”.
Al final de la conversación se le pregunta casi de pasada por qué eligió Nueva York después de Madrid. “Ya había estado durante unos meses mientras hacía la tesis”, contesta. “Es una ciudad donde pasan muchas cosas, tanto a nivel científico como cultural. El laboratorio al que vine era grande, trataba muchos temas y dejaba bastante libertad. Pero además tenía fama de divertido. Y, bueno, el entorno nos influye a las personas, no solo a las células”. Abril 07/2021 (SINC). Cortesía: http://www.sld.cu/

Vivir con una buena salud permite avanzar en nuestras metas personales y sociales. Todos los seres humanos sin importar raza, sexo, edad, orientación sexual, identidad de género, religión o cualquier otra condición o característica deben tener acceso a los servicios que hacen posible que la salud sea una realidad y que pueda, conservarse o restaurarse.
 
En muchos lugares del mundo eso no sucede y las crisis, como la generada por la #COVID19 , hacen más visibles la vulneración de estos derechos; así como otros problemas que existen y afectan a las personas y los pueblos.
 
En Cuba están garantizados los elementos básicos para una buena salud y su pueblo que se caracteriza por el compromiso y la solidaridad, trabaja porque cada día la calidad de esta sea más elevada.
 
Este último año nos ha traído múltiples muestras de este accionar desde todos los puntos de nuestra geografía, incluso los rincones más remotos del país.
 
Sirva el día de hoy para que lleguen nuestras felicitaciones a todos aquellos que han hecho un aporte a la salud, sea este, pequeño o grande.
7 de abril: Día Mundial De la Salud
 

La anemia de Fanconi es una enfermedad genética rara, de herencia autosómica o ligada al X, caracterizada por inestabilidad genómica e hipersensibilidad a los agentes de entrecruzamiento del ADN, como el diepoxibutano y la mitomicina C (MMC). La respuesta anormal a estas sustancias, que constituye un marcador celular único y se manifiesta como un incremento de la frecuencia de roturas cromosómicas, es la base de su diagnóstico.
El objetivo del presente trabajo, publicado en el más reciente número de la Revista Cubana de Hematología, Inmunología y Hemoterapia, fue analizar roturas cromosómicas inducidas por la mitomicina C en linfocitos de sangre periférica de pacientes cubanos con sospecha de anemia de Fanconi.
Se realizó estudio de roturas cromosómicas inducidas por la mitomicina C a diferentes concentraciones en cultivos de linfocitos T provenientes de sangre venosa periférica en 32 pacientes con sospecha clínica de anemia de Fanconi e igual cantidad de sujetos controles.
Al finalizar el análisis seis pacientes (20 %) fueron diagnosticados con anemia de Fanconi. De ellos, cuatro presentaron alto porcentaje de rupturas y dos un mosaicismo somático. Desde el punto de vista clínico, cuatro mostraban anemia aplásica y dos exhibían únicamente rasgos dismórficos típicos de la enfermedad.
El ensayo de roturas cromosómicas inducidas por la mitomicina C permitió el diagnóstico definitivo de anemia de Fanconi en pacientes con antecedentes de anemia aplásica, aún sin anomalías congénitas. Este constituye el primer estudio de este tipo en un grupo de pacientes cubanos. Descargue el texto en PDF (317 kb) (http://www.revhematologia.sld.cu/.../download/1260/1097) Cortesía: http://www.sld.cu/anuncio/

Los resultados alcanzados por Cuba en materia de salud han sido posibles gracias a la voluntad política del Estado y gobierno cubanos, y a la gigantesca obra que la Revolución, en la construcción de una sociedad socialista, ha desarrollado en el campo de la educación, la salud y la ciencia, al colocar al ser humano como primera prioridad.
Desde el año 1948, cada 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud, en honor a la fecha en que se fundó la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo de las Naciones Unidas especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención del sector sanitario a nivel global.
Por segunda ocasión consecutiva, la fecha vuelve a estar señalada por el enfrentamiento a la COVID-19, una pandemia que en poco más de un año de propagación contabiliza unos 130 millones de casos confirmados y cerca de 2 900 000 fallecidos en el mundo.
La epidemia, además de provocar grandes estragos económicos y sociales, ha puesto en evidencia las desigualdades en el acceso a los servicios y recursos sanitarios, así como la fragilidad de los sistemas de salud pública y la ineficiencia gubernamental para enfrentar una emergencia de este tipo en la mayoría de las naciones, incluyendo las del Primer Mundo.
Solo basta observar los casos de Estados Unidos (el país de mayor cantidad de contagios y decesos), Brasil (el epicentro mundial de la pandemia), Italia (el primer territorio, después de China, golpeado duramente por la enfermedad), otras naciones desarrolladas del continente europeo como Francia, España o Reino Unido (con altos índices de transmisión y letalidad), o la región de las Américas (que acumula el 43 % del total de casos reportados y casi la mitad de todos los fallecidos en el mundo).
A propósito del contexto sanitario complejo al que se enfrenta la humanidad, la OMS, por el Día Mundial de la Salud, ha invitado a unirse a una campaña por el bienestar y el acceso equitativo de todos a los servicios sanitarios, bajo el lema Construir un mundo más justo y saludable.
Una publicación del sitio web de la organización refiere que, como ha puesto de manifiesto la COVID-19, algunas personas pueden llevar una vida más sana y tener mejor acceso a los servicios de salud que otras, debido enteramente a las condiciones en las que nacen crecen, viven, trabajan y envejecen.
Al contrario, en el mundo varios grupos luchan por llegar a fin de mes con pocos ingresos diarios, poseen peores condiciones de vivienda y educación, y menos oportunidades de empleo; tienen poco o ningún acceso a entornos seguros, agua y aire limpios, seguridad alimentaria y servicios de salud, lo cual provoca sufrimientos innecesarios, enfermedades evitables y muertes prematuras, además de perjudicar a nuestras sociedades y economías.
«Esto no solo es injusto: es evitable. Por eso pedimos a los líderes que garanticen que todas las personas tengan unas condiciones de vida y de trabajo que favorezcan la buena salud. Al mismo tiempo, instamos a los líderes a monitorear las desigualdades en materia de salud y a garantizar que todas las personas puedan acceder a servicios de salud de calidad cuando y donde lo necesiten», enfatiza la nota de la OMS.
La COVID-19 -advierte el reclamo de la OMS- ha golpeado duramente a todos los países, pero su impacto ha sido mayor en las comunidades que ya eran vulnerables, que están más expuestas a la enfermedad, y que tienen menos probabilidades de acceder a servicios de salud de calidad y más riesgos de sufrir consecuencias adversas como resultado de las medidas aplicadas para contener la pandemia.
Como expresara el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, el 18 de enero de 2021, «el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, cuyo precio se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo».
El comienzo de la vacunación masiva con varios antígenos desarrollados por farmacéuticas de prestigio mundial encendió la esperanza de un año 2021 de inmunización y recuperación económica.
Sin embargo, lejos de resolver la grave situación sanitaria, las vacunas se han convertido en una carrera comercial y de poder, en la cual los Estados con mayores recursos acaparan grandes cantidades de dosis, mientras las naciones subdesarrolladas (la gran mayoría) no han visto un bulbo de vacunación.
En enero de 2021, la OMS hizo un llamado a los países para que colaborasen de forma solidaria con miras a garantizar que en los primeros 100 días del año la vacunación de los trabajadores de la salud y de las personas mayores estuviese en marcha en todos los territorios. Incluso, puso en práctica un mecanismo, nombrado COVAX, para distribuir vacunas y tratamientos, equitativamente, en las naciones con bajos recursos.
A la altura del mes de abril la distribución a través de COVAX ha sido muy baja, en tanto continúa la lucha entre los países más ricos por la adquisición de vacunas, mientras que los números diarios de casos y fallecidos se incrementan.
No obstante, es preciso reconocer que en medio de este escenario de fracasos, desigualdades, muertes y sufrimientos, existe un grupo de naciones que, aun sabiendo las consecuencias económicas de las medidas restrictivas y los gastos de recursos, implementaron tempranamente acciones efectivas en función de contener la transmisión de la epidemia, manteniendo a salvo la salud de los habitantes, con bajos índices de contagio, mortalidad y letalidad.
Sobresalen los casos de China (país donde se detectó el primer caso de la COVID-19 en diciembre de 2019), Vietnam, Nueva Zelanda, Australia y, por supuesto, Cuba, una isla pequeña, subdesarrollada, bloqueada, con inmensas dificultades, todo lo cual no le ha impedido ser un ejemplo ante el mundo en el combate al SARS-COV-2.
Cuba: paradigma de éxito de la Salud Pública frente a la COVID-19
Cuando llegó la COVID-19 a Cuba, la mayor de las Antillas ya contaba con indicadores sanitarios del primer mundo; un sistema de Salud Pública sólido y organizado; experiencia en enfrentamientos a otras emergencias sanitarias; prestigio de sus médicos a nivel internacional por la presencia de galenos en países de todos los continentes y por la ayuda brindada en situaciones de desastres y graves epidemias en ocasiones anteriores; y potencial científico-biotecnológico reconocido y materializado en investigaciones, vacunas contra enfermedades y medicamentos de primera calidad; entre otros logros.
Un año y un mes después de diagnosticados los primeros casos positivos al virus -si bien asistimos al tercer rebrote de la pandemia en el país, que confirma a diario número de contagios sin precedentes e incrementa la mortalidad y las secuelas a causa de la enfermedad- Cuba ya cuenta con cinco candidatos vacunales 100 % autóctonos: Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, creados por el Instituto Finlay de Vacunas, y Abdala y Mambisa, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
De ellos, dos se encuentran en la fase III de ensayos clínicos (Soberana 02 y Abdala), además del desarrollo paralelo de un estudio de intervención controlado con ambos candidatos, para lo cual se aspira inmunizar a toda la población antes de que finalice el año.
La clave inicial de los resultados satisfactorios del país ante la epidemia estuvo en el trabajo encaminado y organizado por la máxima dirección del Estado, incluso antes de que se detectaran los primeros casos.
Como manifestó el ministro de Salud Pública, doctor José Angel Portal Miranda, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre de 2020, «cuando una parte del mundo escuchaba incrédula las noticias sobre un conglomerado de casos de neumonía atípica, que se extendía a varias regiones del mundo, Cuba preparaba aceleradamente su Plan Nacional de Enfrentamiento al nuevo coronavirus, el que fue perfeccionado a partir de las indicaciones dadas por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba».
En un año de trabajo, donde el Presupuesto del Estado ha respaldado con más de 1 300 000 000 de pesos el enfrentamiento a la COVID-19, algunos de los principales resultados de esta labor (además de los cinco candidatos vacunales) son:
· Numerosas instituciones hospitalarias destinadas para el tratamiento a pacientes con COVID-19
· Centros de aislamientos para la atención a sospechosos y contactos en todas las provincias del país
· 23 laboratorios de Biología Molecular para el procesamiento de pruebas PCR, ubicados en 12 provincias (Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Mayabeque, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Camagüey, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo) que abarcan todas las regiones del país, con capacidad para analizar alrededor de 20 000 muestras diarias
· Más de 3 000 000 pruebas para PCR realizadas.
· Más del 90 % de los pacientes positivos recuperados.
· 0,54 % de letalidad, una de las más bajas de América y del mundo.
· No se reportan pacientes en edad pediátrica fallecidos.
· No se reporta la muerte de ninguna embarazada.
· Vigilancia permanente de la enfermedad desde la Atención Primaria de Salud, mediante la pesquisa activa, la autopesquisa y el seguimiento a las infecciones respiratorias en servicios de salud y otras instituciones.
· 869 proyectos de investigación e innovación para el enfrentamiento a la pandemia, de los cuales 189 son de carácter nacional (hasta diciembre de 2020).
· Investigaciones relevantes realizadas por el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), con el objetivo de profundizar en el estudio del patógeno. Sobresalen los estudios básicos y básicos-aplicados, relacionados con el diagnóstico molecular de la COVID-19; los avances en la caracterización molecular del SARS-CoV-2 y el análisis filogenético del virus.
· Estudios de pacientes con PCR positivos persistentes, así como los relacionados con la carga viral, los cuales han aportado conocimiento del virus y a la vez han servido de base a otras investigaciones.
· Estudios para el aislamiento del virus a partir de muestras de exudados nasofaríngeos y necropsias procedentes de pacientes confirmados con la COVID-19.
· Investigaciones inmunológicas, genéticas y epigenéticas en COVID-19, que han permitido llegar a un marcador temprano que predice gravedad en estos enfermos.
· Estudio de la epidemiología de la infección asintomática.
· Desarrollo e implementación de los modelos matemáticos, que han contribuido a la toma de decisiones en los distintos escenarios.
· Empleo de los Sistemas de Información Geográfica para identificar grupos vulnerables.
· El uso de técnicas de Big Data para la identificación de patrones de movilidad a partir de la telefonía celular, unido a otras herramientas, ha ayudado también a la búsqueda de casos.
· Investigación de factores de riesgo genético, asociado a la severidad clínica de las personas confirmadas con COVID-19 en Cuba y sus familiares, lo cual ha permitido una amplia caracterización clínico-epidemiológica de pacientes cubanos.
· Conformación del Protocolo Cubano de Actuación para el Enfrentamiento a la COVID-19, de carácter nacional, en continuo perfeccionamiento, donde el 85 % de los productos que se usan son producidos por BioCubaFarma.
· Estudios asociados al comportamiento de la enfermedad en las edades pediátricas.
· Implementación de un protocolo de atención a los convalecientes, con un grupo de investigaciones para el seguimiento, la prevención y el tratamiento de secuelas, entre ellas las relativas a daños renales, neurológicos y pulmonares ocasionados por la COVID-19.
· Más de 30 productos de la Industria Biotecnológica cubana para el tratamiento a la COVID-19, que incluyen antivirales, potenciadores del sistema inmune, antinflamatorios, vacunas preventivas, diagnosticadores y equipos médicos.
· Los productos de la biotecnología cubana de mayor impacto en el enfrentamiento a la COVID-19 han sido el Nasalferon, la Biomodulina T, los Interferones así como los medicamentos innovadores Jusvinza e Itolizumab.
· Desarrollo de un ventilador pulmonar propio para ser utilizado en la recuperación post anestesia.
Unido a estos logros, la colaboración médica de la Mayor de las Antillas no se hizo esperar para asistir a otros países. En el periodo de marzo de 2020 a abril de 2021, Cuba ha enviado 57 brigadas y alrededor de 5 000 profesionales integrantes del Contingente Henry Reeve a 40 países del mundo.
Lamentablemente, la violación del protocolo de cuarentena establecido para los viajeros tras la reapertura de los aeropuertos echó por tierra el control que se había obtenido sobre la transmisión de la enfermedad y disparó los índices de contagio y mortalidad.
En la actualidad se continúan aplicando medidas restrictivas y disponiendo mayor cantidad de recursos para contener esta tercera ola de la pandemia, la cual ha resultado muy difícil de controlar. A la par avanzan los estudios clínicos de los candidatos vacunales, mientras las autoridades y los expertos reiteran la necesidad de protegerse y de cumplir todas las normas higiénicos-sanitarias para prevenir el contagio y parar el peligroso rebrote.
No se puede dejar de recalcar que han sido tiempos difíciles para la nación y no solo por las consecuencias de la pandemia. En este año se ha vivido el recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el gobierno de Estados Unidos, sumado a la crisis global ocasionada por los estragos de la COVID-19 y la paralización de la economía, con la caída del turismo y las necesarias restricciones y periodos de confinamiento que se han dispuesto para contener la enfermedad.
También es preciso significar que, a pesar de volcar la mayor parte de los recursos en función de la COVID-19, no se han detenido en el país otros servicios de salud esenciales.
Ante situaciones como la que estamos viviendo con la pandemia sale a relucir el hecho de que la atención a la salud en un país no depende tanto de la cantidad de recursos, sino de cómo el sistema maneja los recursos. Eso explica que una Isla como Cuba, bloqueada, del Tercer Mundo y con infinitas limitaciones, tenga indicadores superiores a los de naciones del Primer Mundo y obtenga resultados inalcanzables para otros países con mayores posibilidades.
Bien señalaba el titular de Salud cubano, al referirse a los logros de la Isla frente a la COVID-19, que estos han sido posibles gracias a la voluntad política del Estado y gobierno cubanos, y a la gigantesca obra que nuestra Revolución, en la construcción de una sociedad socialista, ha desarrollado en el campo de la educación, la salud y la ciencia, al colocar al ser humano como la prioridad. Cortesía: http://www.granma.cu/salud/