Camagüey, 22 ene.- A falta de un componente nativo, en Cuba el nacimiento del teatro se vincula, igual que en España y en Europa, a la festividad religiosa del Corpus Christi, destinada a celebrar la Eucaristía como forma de proclamar y aumentar la fe en Cristo.
En la Isla, los orígenes de esta fiesta se remontan al siglo XVII, pues en 1646 se determinó su celebración. No obstante, ya en 1520 tenemos una referencia (la primera en la mayor de las Antillas y también en América) a Pedro de Santiago que hizo una danza para la fiesta del Corpus en Santiago de Cuba.
Pero no fue hasta la noche del 22 de enero de 1869, a solo pocos meses de iniciada la gesta independentista que el teatro se convirtiera en enérgica arma para decir la verdad. En el Teatro Villanueva de La Habana, el grupo Caricatos representaba la obra “Perro huevero, aunque le quemen el hocico”, del dramaturgo Juan Francisco Valerio, una obra con sabor criollo, donde el choteo, la burla y la comicidad típicas del incipiente teatro cubano, aludían directa o indirectamente a la situación sociopolítica de esta Isla. La puesta en escena retaba al colonialismo.
Uno de los personajes se alzaba desde el escenario: «¡Viva la tierra que produce la caña!». La respuesta del público no se hizo esperar: «¡Viva Céspedes!, ¡Viva Cuba Libre!», fueron las exclamaciones de los independentistas que ocupaban la sala. Precisamente la obra tenía el propósito de recaudar fondos para la guerra de liberación del pueblo cubano, así lo recogió la prensa revolucionaria de la época: «¡Pueblo! Tenéis una obligación patriótica de llenar sosteniendo este espectáculo».
La inmediata represión de un grupo de voluntarios que se encontraba en las afueras del teatro conllevaron a una masacre de la cual nunca se conoció el número de víctimas y se dio a conocer como Los sucesos del Villanueva. Nuestro Apóstol refiriéndose a aquel funesto hecho expresaba «El enemigo brutal nos pone fuego a la casa: El sable la calle arrasa, a la luna tropical. Pocos salieron ilesos del sable del español. La calle, al salir el sol, era un reguero de sesos».
Sin embargo, esta no fue la única respuesta del Apóstol a las atrocidades del gobierno colonialista español y sus simpatizantes, sino que al día siguiente de los sucesos publicó en el periódico La Patria Libre su primera obra teatral: Abdala, poema dramático escrito a su Patria, y que sería el punto de partida del llamado Teatro Mambí.
Lo sucedido durante esa función fue tan preponderante que la fecha se convirtió, desde 1980, en el Día del Teatro Cubano, que registró su celebración primera durante la edición inaugural del Festival de Teatro de La Habana. El destacado profesor, e investigador teatral Rine Leal, reconstruye en su libro "La selva oscura" este pasaje de la historia, hecho que dejaba incorporado al arte de las tablas con los destinos de la nación.
Desde entonces el teatro cubano ha sido testigo del acontecer cotidiano. En las tablas se han representado disímiles obras donde el humor criollo, las costumbres, la mezcla de razas y culturas, han convergido con la danza, la música y hasta el ballet como fusión perfecta, que engalana y distingue las raíces de la nacionalidad cubana. (Riset María Labrada Pérez/ Gobierno Provincial Camagüey)
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