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CAMAGÜEY.- Los muros de la Escuela de Iniciación Deportiva Cerro Pelado, testigos de la primera batalla camagüeyana contra la COVID-19, volvieron a su habitual ritmo respiratorio este 1ro. de septiembre con el arribo de sus estudiantes.

Entre los 923 alumnos que se incorporaron esta semana a la institución para retomar el curso 2019-2020, hay 36 que no pensaron regresar, pues cuando llegó la pandemia ya estudiaban en los centros de alto rendimiento en La Habana. Una de ellos es la voleibolista de 16 años Thalía Llanes, quien se preparaba para el torneo Norceca de la categoría cadetes cuando la agenda competitiva se detuvo.

“Creí que no volvería a compartir aula con mis antiguas amistades. Me duele que haya tenido que parar mi entrenamiento porque ya me estaba adaptando a las nuevas rutinas, pero no me molesta para nada regresar a la que ha sido mi casa durante cuatro años”, contó a Adelante Digital la líbero de 1,75 metros de altura y 74 kilogramos de peso. Precisamente el desafío de no aumentar su peso durante la cuarentena la mantuvo activa física y psicológicamente, tema recurrente en las conversaciones de todos sus compañeros por estos días.

Al pasar tanto tiempo de inactividad y suspenderse el calendario competitivo del ciclo, los entrenamientos serán de dos horas y con predominio de ejercicios aeróbicos, según aclaró el director de la escuela, Alberto García Rivero, y comprobamos en los terrenos y gimnasios. El reglamento escolar sufrió modificaciones para incluir los aspectos del protocolo sanitario y tras la discusión con los padres, cada atleta ha sido informado para lograr su asimilación y cumplimiento.

“El uso obligatorio del nasobuco, la separación de más de un metro entre los estudiantes en las aulas y la readecuación de los horarios de meriendas y comidas son las medidas más significativas. Nuestra experiencia como centro de aislamiento nos ayudó a reducir la capacidad de nuestros dormitorios de 40 a 24 muchachos y a ubicar correctamente los puntos de higienización para que constantemente laven sus manos. No obstante, la meta más difícil será que ellos entiendan que deben modificar su manera de actuar, que asuman que estos no son tiempos de abrazos y bailes, y que se protejan junto a sus familias fuera de nuestros límites”, comentó el directivo.

Para lograr ese escenario ideal, desempeñan un rol determinante los maestros y entrenadores, con su ejemplo y exigencia. No se trata de regaños y castigos, hay que crear empatía para comunicarles la importancia de los cuidados. Entre el prestigioso colectivo de docentes que posee la escuela, destacan en este momento el actuar de los más jóvenes, como el técnico de Voleibol de Playa Yadel Camilo Mestre y la profesora de Geografía Lisyanis Cruz. Para el primero, “lo primordial es que mis alumnos se mantengan saludables. Vamos a enseñarles los hábitos de higiene que se necesitan para no correr peligro y los incluiremos en el accionar diario, eso será parte de los entrenamientos”.

Lisyanis parece una estudiante más de la clase, algo que no está muy lejos de la realidad, pues hace poco tiempo fue la mejor graduada de la “Cerro Pelado”. “Ahora me toca hablarles como hermana. Todos me escuchan porque saben cómo me comporto como deportista y amiga y eso es muy bueno en este momento”, nos comentó la también miembro de la selección nacional de fútbol femenino.

Aunque resulte muy difícil que unos chicos acostumbrados al contacto físico en los entrenamientos, los festejos después de cada buena jugada y las largas e íntimas conversaciones en los pasillos cambien de inmediato sus maneras, el empeño tiene que ser colectivo. Con un plantel docente cubierto en su totalidad y una estrategia que le permitirá a cada estudiante cerrar cada asignatura en diferentes modalidades de exámenes, vuelve la vida a la principal cantera del movimiento deportivo agramontino, y es la vida el principal reto.