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Camagüey- Cuando se habla de héroes y heroínas generalmente se piensa en aquellos hombres y mujeres cuya dimensión solo encuentra espacio en los libros de historia que aprendemos desde pequeños, o en los personajes de cuentos que necesitan poderes especiales para salvar al mundo en el último momento.

Pero la vida nos enseña en los instantes más difíciles e inesperados que los héroes reales están en todas partes y que pueden ser los amigos que nos conocen desde tiempos que no alcanzamos a recordar, o los hijos que nos crecieron sin apenas darnos cuenta y ya andan haciéndonos sentir los padres más orgullosos de la Tierra, o los colegas de trabajo que ya forman parte de nuestra familia más grande.

Este año nos puso a prueba de maneras que no imaginábamos. Un virus mortal nos hizo conocer de cerca la incertidumbre del mañana, vivimos meses con más preguntas que certezas, implorando cada día que el reporte de las noticias hablara de vacunas inmediatas o de una disminución de los contagios. Y rogamos por el bienestar de los nuestros, y por el bienestar de otros sin importar el país donde viven o la lengua que hablan, porque por un momento sentimos que todos juntos corríamos la misma suerte.

El distanciamiento social impuso la premisa de permanecer en casa para vencer a la COVID-19 y muchos seguimos el llamado trabajando desde nuestras residencias. Sin embargo, el país precisó que muchos hombres y mujeres ocuparan las primeras líneas en tareas imprescindibles. Y aun cuando se siguieran todas las normas de protección el riesgo siempre estuvo latente.

Personas de la esfera de la salud, de transporte y de las ciencias dejaron la seguridad de sus hogares para servir a la sociedad identificando a través de las pesquisas posibles contagiados con el coronavirus, conectando puntos distantes de la geografía nacional en actividades estratégicas para frenar el avance de la COVID-19, o elaborando modelos y gráficos matemáticos para predecir el comportamiento de la pandemia.

La COVID-19 trastocó nuestra cotidianidad, pero nos dejó muchas lecciones que nos obligaron a revaluar las prioridades y a comprender la verdadera significación de ciertas palabras.

Nuestro centro se siente honrado al reconocer a trabajadores y familiares que demostraron qué significa ser un héroe en tiempos de coronavirus, y cómo se puede vestir alguien de valiente con la sencillez y la naturalidad de quien desafía imposibles en una estocada de amor.

Para ellos nuestro eterno agradecimiento, porque su ejemplo siempre será inspiración para los que hoy laboran en el CIMAC y para los que llegarán después de nosotros.

Recibieron el reconocimiento Erick Sedeño Bueno, Julio César López Nieves, Lilian del Pilar Suárez Brito, Karina Maure Peña, Liuvis Gutiérrez Oberto y Reymel Columbie Fernández, por su valiosa contribución en diversas esferas durante la etapa de enfrentamiento a la COVID-19 en el territorio.

(Damaris Hernández Marí/CIMAC)