La juventud siempre anda sorprendiendo

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Camagüey- La juventud siempre anda sorprendiendo, no en vano se ha hecho común en los labios de muchos la frase de jóvenes por la vida: se les ve en los centros de aislamiento donde se cuidan a las personas sospechosas o contagiadas de covid, se les2 ve en los transportación de personas enfermas, en las ya muy famosas - y para bien-, pesquisas, o en la producción de alimentos. La covid vino a demostrarnos lo vulnerable que somos como especie, pero también vino a demostrarnos ese lado muy humano de los seres humanos, y en el que casi nunca reparamos con la intensidad y el detenimiento que merece.

El Cimac convocó a un trabajo para la producción de alimentos. Los jóvenes menores de 35 años –porque hoy según la OMS somos jóvenes hasta los 65 años, viva la noticia- y ellos, si bien pocos en cantidad, se multiplicaron de maneras insospechadas para decir sí, un sí rotundo y unido. Y se fueron el jueves a escardar malas hierbas a un organop’onico célebre en la ciudad de las laberínticas calles y de las iglesias y de los tinajones: el de la Tínima.

1Cuatro fueron: dos muchachas y dos muchachos. Sus nombres Gretel y Damaris, y Daniel y Fidel. Y entre escardar y limpiar los canteros de coliflor, surgieron anécdotas de cuando la universidad aún los acogía como estudiantes de pregrado y posgrado, o de las tantas expediciones que atesoran sus memorias. Sí, porque Gretel, Fidel y Daniel son biólogos y porque la periodista del grupo no se pudo guardar las preguntas para después, cuando no estuvieran fraguándose bajo el sol o para cuando tuviera la grabadora en la mano, o la agenda y el boli. No, porque las mejores entrevistas surgen de manera natural, como cotidianas, como sin esfuerzo. Y supo ella que Gretel, joven muy carismática y conversadora, adora su profesión y que aunque en un inicio de recién graduada su pasión no eran las plantas, gracias a Eddy Martínez se enamoró de ese mundo y hoy “no hay quien le diga que ya no puede dedicarse en cuerpo y alma a la flora y la vegetación”. Supo también que Fidel es un ornitólogo convencido y que desde estudiante se vinculó al trabajo del Cimac porque dice que ese ”mundo de las expediciones es muy atrayente y que no teme a las condiciones recia3s de los hábitats naturales, porque su entrenamiento ha sido esencial para adentrarse en los bosques y avistar aves e identificarlas por sus formas y por sus trinos”. De Daniel supo que de siempre le gustó el llamado mundo de los insectos, y que devora cuanto libro de mariposas caiga en su librero, que aunque su formación le permite desenvolverse delante un pizarrón tiza en mano, la naturaleza le llama y está “ávido de vivir la adrenalina“ que despierta lo incierto, lo inhóspito, lo desconocido, eso que dicen otros biólogos y geógrafos más avezados se siente en una expedición por muy cerca que sea de la ciudad y aunque pocos sean los días.

Y es que el sol y las llamadas malas hierbas, y los canteros ya verdes retoño devinieron un aliciente para el dialogo, pues qué es una entrevista sino ese fluir natural de las palabras.

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