Lo alertábamos hace unas semanas: si no asumíamos comportamientos responsables la situación con la pandemia podía complicarse mucho más. Hoy, ya llegamos a ese punto. En los últimos 15 días, Camagüey reportó 121 casos positivos de COVID-19, de ellos 71 viajeros y dos con fuentes de infección no precisada, lo que indica que el virus está suelto en la calle.

Hace unas semanas lo alertábamos en esta misma página, si no asumíamos comportamientos responsables la situación con la pandemia podía complicarse mucho más. Hoy, ya llegamos a ese punto.

La irresponsabilidad pudo más que la sensatez. Solamente en los últimos 15 días, Camagüey reportó 121 casos positivos de COVID-19, de ellos 71 viajeros y dos con fuentes de infección no precisada, lo que indica que el virus está suelto en la calle.

Desde el 20 de octubre, fecha en que el país decidió abrir las fronteras, y hasta el 5 de enero se habían detectado 247 personas con el virus; muchos más que en el primer brote. Sin el aislamiento institucional para los recién llegados al territorio nacional había que ser mucho más cuidadoso, tanto el que llega como el que lo recibe, porque el coronavirus sigue siendo esa enfermedad silenciosa que podemos tener y permanecer asintomáticos.

Para que se tenga una idea de lo importante del aislamiento domiciliario, y de la necesidad de proteger incluso a nuestras familias, un dato: en el primer PCR, a la llegada, en el aeropuerto, han resultado positivas 78 personas, pero en el segundo, al quinto día de estar en Cuba, se han detectado 83 enfermos, lo cual reafirma que tener un examen negativo a la llegada no garantiza que se esté sano. Por si fuera poco, cinco casos salieron en un tercer PCR. Estados Unidos, México, Rusia y Panamá encabezan la lista de los países desde los cuales han entrado más contagiados.

No es capricho, entonces, que se pida respetar el protocolo sanitario; ni tampoco que hay que elevar la exigencia por ello. Las organizaciones de masa en el barrio y el personal del consultorio médico de la familia sí pueden tener más efectividad en el control. No puede ser que recién llegados hagan fiestas, salgan para la calle o vayan a hacer trámites, como ha sucedido y no pase nada.

La situación está más complicada que en los meses de marzo, abril, mayo y junio y, contradictoriamente tambié es menor la percepción del riesgo. Por solo poner un ejemplo una enferma en el municipio de Florida contagió a una sobrina, una prima, una tía, una abuela, la madre y hasta la mensajera.

Tal parece que le hemos perdido el miedo a una enfermedad que puede que algunos la pasen como si nada, para otros sea un catarrito más, pero hay quien termina entubado en una Unidad de Cuidados Intensivos o de allí no regresa más a casa. Este, aunque no lo parezca, es un tema de vida o muerte, no solo para el que se expone irresponsablemente sino para el que deja a sus seres queridos y pasa 14 días en Zona Roja.

Hasta este 5 de enero había 76 focos de COVID-19 activos en Camagüey con 121 confirmados y 884 contactos, en todos los municipios de la provincia. Si en la primera etapa hubo territorios que salieron ilesos, ahora el virus está disperso.

La familia, la comunidad tiene que ser el principal eslabón de control a la llegada de un viajero, en la disciplina de guardar el aislamiento por el hecho de ser contactos, de cumplir las medidas sanitarias. ¿No entendemos que en demorar un poco el abrazo a los seres cercanos los estamos cuidando? ¿Es tan difícil guardar la distancia en las colas? ¿Resulta muy complicado usar el nasobuco correctamente? Por absurdas que parezcan estas preguntas, hoy los números indican que no tenemos certeza sobre sus respuestas. Cortesía: http://www.adelante.cu/index.php/es/opinion/