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Con el aumento de la incidencia de la #COVID19 en todo el territorio nacional, también ha incrementado el número de embarazadas y puérperas con SARS-CoV-2, lo cual ha hecho saltar las alarmas del Sistema Nacional de Salud.
Desde la entrada del virus al país hasta el 31 de diciembre de 2020 se habían atendido 110 gestantes y puérperas con la enfermedad; sin embargo, en lo que va del presente año, la cifra aumentó a más de 700, con una mayor prevalencia en la infección por la vía del contacto directo con casos positivos en la comunidad.
 
En cuanto a la morbilidad, en 2020 solamente una paciente fue reportada como grave, mientras que en estos últimos cuatro meses la cifra llega a 15, y dentro del grupo, ha habido tres críticas y una muerte materna.
 
La doctora Mercedes Piloto Padrón, especialista del Programa Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública (#MINSAP), explicó que las mujeres embarazadas y puérperas constituyen una población de riesgo porque tienen una susceptibilidad importante por los cambios en su anatomía y su fisiología, que la hacen ser más susceptible y, por tanto, son más propensas a desarrollar complicaciones.
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Refirió que algunas de estas pacientes llegaron en una condición de grave o crítica a las instituciones de salud y, por tanto, fueron tardíamente a recibir atención médica, por lo que es necesario, ante cualquier sintomatología respiratoria, acudir al médico.
En nuestros protocolos hay un especial énfasis en la atención a la población materno infantil, con sus especificidades que van desde la prevención hasta el tratamiento y el manejo de las convalecientes en la atención primaria de salud.
 
Del mismo modo también se han reportado un total de 19 partos con mujeres que han estado positivas a esta enfermedad, y de ellos, 10 han sido por cesáreas y nueve por parto natural.
 
La operación cesárea para la terminación de un embarazo, señaló Piloto Padrón, se realiza por indicación desde el punto de vista ginecobstétrico, no por las afectaciones relacionadas por la COVID-19, a no ser que la paciente manifieste un empeoramiento y se tenga que terminar el embarazo por una vía más rápida.
 
A decir de la especialista no hay evidencia científica de que haya una transmisión vertical de madre a hijo durante el embarazo y detalló, además, que la lactancia materna no se suspende, sino que se toman medidas sanitarias para evitar transmitir el virus al bebé.
 
La también presidenta de la Sociedad Científica Cubana para el Desarrollo de la Familia hizo un llamado a incrementar la prevención con las mismas medidas orientadas a toda la población: higiene personal, el distanciamiento social, evitar las salidas innecesarias del hogar, así como el uso correcto del nasobuco.
 
Ante la situación epidemiológica que enfrenta Cuba por el SARS-CoV-2, el Sistema de Salud Pública mantiene una especial atención a las gestantes y les garantiza la atención prenatal como está establecido en el país. Cortesía: https://salud.msp.gob.cu/
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La #deshidratación en bebés, niños y en adultos ocurre cuando existe una deficiencia (de más de 3 por ciento) de líquidos y sales minerales en el cuerpo, necesarios para que lleve a cabo sus funciones vitales. Puede producirse cuando la persona se encuentra en una situación de excesivo calor (especialmente en lugares con mucha humedad), practicando intensos ejercicios físicos o cuando presenta alguna enfermedad que suponga pierda de agua, como es el caso de la diarrea.
Los bebés y los niños pequeños son los que corren el mayor riesgo de deshidratación.Te contamos todos las causas, los síntomas, así como formas de prevención y de tratamiento de esta afección.
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Un niño o un adulto puede deshidratarse cuando presentan:
Vómitos
Diarrea
Exceso de pérdida de líquido por la orina
Sudoración intensa
Fiebre
Alguna enfermedad aguda que provoque la pérdida de apetito como estomatitis o faringitis
Falta de suficiente líquido en el cuerpo. Las pérdidas de hasta el 5 por ciento del líquido corporal se consideran leves; hasta el 10 por ciento, moderadas; y hasta el 15 por ciento, severas.
La deshidratación, en casos extremos y sin tratamiento, puede llevar a la persona a tener delirios, quedar inconsciente y ser llevada a la muerte.
Y ¿cuáles son las personas que tienen un mayor riesgo de presentar deshidratación? Son los bebés y niños pequeños, luego los adultos mayores. Personas con enfermedades crónicas que les hacen orinar o sudar con más frecuencia, también son más propensas a desarrollar deshidratación. Personas con diabetes, fibrosis quística o problemas renales, que toman medicamentos que provocan más orina y sudor, que hacen demasiado ejercicio físico o que tengan que trabajar bajo temperaturas muy altas, también pueden presentar esta afección.
Síntomas de una deshidratación en niños
Inicialmente los síntomas de la deshidratación son fáciles de percibir. La persona suele presentar mucha sed, sudoración y malestares como fatiga y ojos hundidos. Todos esas señales suelen estar acompañadas de pérdida de apetito y, piel y lengua secas.
Aquí tienes otros síntomas:
Sed intensa
Disminución del volumen de la orina
Dolor abdominal
Fiebre
Dolor de cabeza y cefaleas
Náuseas, mareos y vértigos
Letargia o pérdida y lentitud de los movimientos del cuerpo
Estado de somnolencia
Fatiga y cansancio sin motivo aparente
Dificultad para llorar por la escasez de lágrimas
Boca y lengua secas
Ojos hundidos
Aumento de la tensión cardíaca
En los bebés se observa un hundimiento de las fontanelas, desvanecimiento y ojos muy hundidos.
¿Cómo tratar a los niños deshidratados?
Para combatir la deshidratación es preciso reponer los líquidos con la ingesta oral de líquidos y sales minerales, a través de preparados comerciales, limonadas caseras o suero casero o adquiridos en las farmacias. Los caldos caseros son muy apropiados en esos casos.
Esta última, la 'limonada alcalina' se prepara disolviendo en 1 litro de agua el zumo de 2 limones, una cucharada de bicarbonato de sodio y azúcar al gusto. Las soluciones de electrolitos o las paletas de helados son muy efectivas y están disponibles en las farmacias.
No se recomienda utilizar bebidas para deportistas debido a que éstas contienen mucho azúcar y pueden causar o empeorar la diarrea. Igualmente, se debe evitar el uso del agua como primer recurso de reemplazo de líquidos en bebés y niños.
Tomar líquidos generalmente es suficiente cuando nos enfrentamos a una deshidratación leve. Es mejor suministrar con frecuencia pequeñas cantidades de líquido, utilizando una cuchara o una jeringa, en vez de forzar al bebé o al niño a beber una cantidad grande de líquido de una sola vez, ya que esto puede producir más vómito. Si el estado es grave, la reposición de líquidos será de forma intravenosa.
No se debe suspender la leche, ni diluirla, y usar azúcar en lugar de edulcorantes dietéticos. Suspender bebidas gaseosas, jugos envasados, refrescos de cola, el té, el café (por ser diurético aumentaría la orina) o alimentos preparados o conversados. Seguir con la alimentación habitual sólida, para prevenir la desnutrición, aunque en porciones distribuidas a cada 2 o 3 horas al día, y que esté bien cocida.
En el caso de haya una infección de estómago o intestino, es necesario administrar pequeños sorbos de líquido con más frecuencia. Algunas personas optan por chupar cubitos de hielo.
Prevención de la deshidratación de niños y bebés
Incluso cuando el bebé y el niño están bien de salud, deben consumir mucho líquido todos los días y más cuando el clima es cálido y caluroso o está haciendo ejercicio.
Es importante vigilar cuidadosamente a cualquier enfermo, especialmente a un bebé y a un niño, y en caso de sospecharse un proceso de deshidratación, se debe buscar asistencia médica antes de que la persona desarrolle una deshidratación moderada o severa.
Asimismo, se debe iniciar el reemplazo de líquidos tan pronto como comience a presentarse el vómito y la diarrea y no esperar a que aparezcan los signos de deshidratación.
Siempre se debe animar a la persona a consumir líquidos en el transcurso de una enfermedad y no olvidar que las necesidades de líquidos son mayores cuando la persona tiene fiebre, vómitos o diarrea.
Los signos más fáciles de vigilar son el gasto urinario (debe haber pañales húmedos o idas al baño frecuentes), saliva en la boca y lágrimas al llorar. Cortesa: https://www.guiainfantil.com/salud/
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Muchas veces, los llamados cólicos del lactante no presentan una causa específica y por tanto, evitarlos, es bastante difícil. Se cree que se debe a la acumulación de gases en el vientre del bebé, debidos a su predisposición natural, inmadurez del sistema digestivo, a la alimentación de la madre, alergias, empachos, mala posición a la hora de amamantar o dar el biberón, etc.
Seguramente, si tu bebé tiene cólicos, berrea desconsoladamente, incluso durante horas (mostrando dolor), mueve brazos y piernas desesperadamente, suele presentar la barriguita dura e hinchada, especialmente en horas vespertinas, está nervioso y poco receptivo al juego o a los cariños. La situación es difícil porque el nervio con el que llloran y su respiración alterada, provocan que traguen todavía más aire, pero no tenemos que desesperarnos, según vayamos observando al bebé podemos experimentar y conocer aquello que le proporciona algo de consuelo.
 
A mi pequeño, por ejemplo, le ponía muy nervioso que hubiera estímulos externos: visitas, televisión, luces brillantes, etc. y, por raro que parezca, tampoco podía soportar que quisiéramos darle un masajito en la tripita o un baño calentito y relajante. Lo único que le consolaba era sentir calor en su tripa y sentirse agarrado con un tremendo abrazo de oso. Como medidas generales para combatir los cólicos de los bebés debemos intentar:
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1. Si toman pecho: evitar nosotras ingerir ciertos alimentos que sean flatulentos como las coles y legumbres, asimismo es conveniente eliminar temporalemente productos lácteos, frutos secos o bebidas estimulantes con cafeína. Debemos también mantener una correcta posición para amamantar y siempre hacerles eructar después de cada pecho (aunque estén adormilados).
2. Si toman biberón: tener en cuenta el tamaño del orificio y la forma de la tetina para que no traguen aire (existen biberones y tetinas anticólicos). Se debe evitar una alimentación excesiva o demasiado rápida. También podemos probar con otra fórmula diferente de leche (tu pediatra podrá asesorarte).
3. Tu pediatra puede recetarte algún medicamento como la simeticona o recomendarte infusiones de hinojo y manzanilla para evitar la producción de gases o aliviarlos.
4. Proporcionar al bebé un ambiente tranquilo y cálido. Los masajes y ejercicios como levantarles las piernecitas presionando ligeramente el abdomen con las rodillas pueden facilitar la expulsión de gases.
5. Abrazarles, acunarles o presionar ligeramente su tripita mediante la posición de aviador, puede servirles de alivio y tranquilidad.
6. A pesar del dolor abdominal, los bebés comen y suben de peso normalmente, muchas veces comen en exceso porque la succión les tranquiliza y las digestiones pueden verse alteradas. Ofrecer el chupete, si el niño quiere realizar tomas muy seguidas, no por hambre, sino por relajarse. Cortesía: Patro Gabaldón. Guiainfantil.com
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Causas y tratamiento de la diarrea en los niños y bebés.
La diarrea infantil es una enfermedad que se caracteriza por el aumento del número de veces que el niño evacua y por la disminución de la consistencia de las evacuaciones. Las heces pueden ser blandas, líquidas o semi-líquidas. Durante la duración de la diarrea infantil puede que el niño presente fiebre o vómitos y ésta se debe a que el intestino está irritado.
Esta irritación hace que la comida circule deprisa y que no se pueda absorber bien el agua de los alimentos. Por eso, las heces tienen ese aspecto y hay riesgo de deshidratación.
 
Causas de la diarrea infantil. Bebés y niños con diarrea
En los bebés, la diarrea infantil puede aparecer por la introducción de nuevos alimentos en su dieta, alguna medicina o por gastroenteritis. Mientras que en los niños, la diarrea infantil puede asociarse a la alimentación, al estrés, a una ingesta excesiva de fibra, a ciertas medicinas o a una gastroenteritis.
 
Síntomas de la diarrea infantil
La diarrea infantil que afecta a los niños entre 1 y 3 años presentan fiebre de 38 ºC o superior, vómitos, heces blandas en las que se distinguen alimentos o bien diarrea intermitente, sin fiebre, pero prolongada en el tiempo.
En los niños más mayores, la diarrea infantil puede durar varios días con fiebre, vómitos y dolor abdominal, y pueden presentar diarrea y estreñimiento a la vez.
 
Tratamiento y prevención de la diarrea en los niños y bebés
Durante el tratamiento de la diarrea es fundamental que el bebé o el niño no consuma alimentos que contengan azúcares, grasas o que sean flatulentos.
El peligro de la diarrea es la deshidratación del niño, por lo que es preciso que ingiera líquidos y vigilemos su aspecto. Si el bebé es un lactante que se alimenta de leche materna, conviene no suspender la leche materna y suministrar al niño suero oral cada media hora.
Debemos acudir al pediatra si el niño presenta dolor abdominal durante más de 3 horas, si los vómitos se mantienen durante 12 horas en los niños o durante 6 horas en los bebés, si la diarra es prolongada en el tiempo o si orina a menudo.
También es importante observar si la diarrea infantil se debe a la reacción de algún alimento, está relacionada con alguna alergía o intolerancia. Además, el pediatra pondrá el tratamiento de rehidratación adecuado en caso de que presente llanto sin lágrimas, pérdida de peso y sed extrema.
En general, se recomienda seguir suministrando los alimentos normalmente. Anteriormente, se aconsejaba como tratamiento dejar descansar los intestinos, pero la teoría actual sugiere que se continúe con la alimentación, con una dieta blanda por ejemplo, ya que así la diarrea será más fácil de tratar.
La mayoría de los niños pueden reponer los nutrientes que pierden por la diarrea si aumentan la cantidad de comida y bebida ingerida.
 
Diarrea infantil: consejos para padres
1. Muchos niños desarrollan intolerancia a la lactosa de forma leve y temporal. Continuar con productos lácteos puede prolongar la diarrea.
2. El apetito normal es, muchas veces, el último comportamiento en normalizarse después de una enfermedad y los niños deben tener la oportunidad de retomar, sin prisa, sus hábitos alimenticios normales. No hay una dieta específica para combatir la diarrea, pero los niños suelen tolerar mejor las comidas blandas cuando tienen el intestino irritado.
3. El consumo de líquidos es muy importante, porque un niño con diarrea se deshidrata fácilmente. La deshidratación es una afección grave en los bebés y en los niños, que conlleva la pérdida de neuronas y los niños pueden reponer los líquidos (rehidratarse) bebiendo.
4. Cuando la deshidratación sea grave será necesario administrar líquidos por vía intravenosa. Los líquidos administrados por vía i.v. también corrigen más rápido la deshidratación.
5. La diarrea causada por antibióticos puede reducirse dando al niño yogur con lactobacilos o bífidus activos vivos. Si la diarrea persiste, consulte con su médico el posible cambio o suspensión del antibiótico. No se debe suspender el tratamiento antibiótico sin consultar con el pediatra del niño para evitar crear resistencias no deseables a los antibióticos.
 
Cuándo ir la médico con un bebé o niño deshidratado
Se debe llevar al bebé o niño al médico cuando hay sospecha de que está deshidratado, en los siguientes casos:
- La diarrea es grave o dura más de 2 ó 3 días.
- La diarrea contiene sangre o mocosidad.
- La diarrea recurre una y otra vez o el niño está perdiendo peso.
- El niño presenta signos de deshidratación (llame inmediatamente).
- La diarrea está acompañada por múltiples episodios de vómitos, fiebre o cólicos abdominales. Cortesía: https://www.guiainfantil.com/salud/
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¿Qué son los cólicos del lactante?
Se habla de cólico del lactante cuando un bebé sano y bien alimentado padece episodios repetidos de llanto intenso al menos 3 horas al día, 3 días a la semana durante al menos 3 semanas (la llamada regla del tres de Wessel).
Suele aparecer a partir de los 15 días de vida, es especialmente frecuente en torno al mes y medio, y desaparece hacia los 4 meses de edad. Se trata de un trastorno benigno que no tiene trascendencia médica –no se trata de una enfermedad- y el cuadro suele desaparecer por sí solo, de manera espontánea y sin dejar secuelas.
Los episodios de llanto pueden producirse a cualquier hora, aunque a menudo suceden desde la tarde hasta entrada la madrugada. En ocasiones, pueden comenzar tras las tomas de leche, lo que puede llevar a los padres a confusión sobre la causa de los lloros.
¿A quién afectan?
Se trata de un cuadro bastante frecuente, pues afecta, según la Asociación Española de Pediatría, a 1 de cada 4 niños en sus primeros tres o cuatro meses de vida. No existen diferencias de género y tampoco influye el hecho de que hayan nacido prematuros o el que sean alimentados con leche materna o fórmulas artificiales.
No obstante, según la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria, Castilla y León, parece que los bebés con antecedentes familiares de enfermedades gastrointestinales y enfermedades atópicas sufren cólicos con mayor frecuencia. Así mismo, estos niños sufren más a menudo trastornos del comportamiento y del sueño en edades posteriores, así como episodios de dolor abdominal recurrente y problemas alérgicos.
¿Cuáles son sus síntomas?
Además de llorar de manera inconsolable durante varias horas –especialmente durante la tarde y la noche- el lactante puede:
Sufrir un llanto de inicio repentino.
Encoger las piernas repetidamente sobre el abdomen.
Mostrar el vientre algo abombado y aparentemente lleno de gases (lo que ha llevado a pensar con frecuencia que se trata de espasmos en el tubo digestivo).
Cerrar los puños con fuerza.
Enrojecer por el esfuerzo.
Cuando el llanto cede, se vuelve a encontrar con un aspecto normal.
¿Por qué se producen los cólicos?
No existe una causa clara ni tampoco una evidencia médica que demuestre la relación del cólico con una dolencia física o un malestar del intestino o estómago. Las asociaciones de pediatría barajan distintas teorías respecto a la etiología de los cólicos:
Causas psicológicas o sociales. El cólico del lactante podría deberse a una excesiva estimulación del bebé; cambios constantes en la rutina diaria del lactante; una mala interpretación de la conducta de los niños por parte de los padres, que responden con exageración ante su llanto-; cansancio e inexperiencia de los padres; mayor estrés sufrido por algunas familias; ansiedad de la madre, que puede haber sufrido problemas durante el embarazo o un parto traumático; o, incluso, a hábitos fumadores por parte de los progenitores. Por parte del bebé puede existir una hipersensibilidad a ciertos estímulos.
Causas gastrointestinales. Por ejemplo, reflujos gasoesofágicos, la inmadurez propia del aparato digestiva del bebé, el estreñimiento o alteraciones de la flora intestinal podrían, en algunas ocasiones, motivar los lloros, aunque estos niños, como aclara la Asociación Española de Pediatría no padecerían un auténtico cólico, sino un proceso que se confunde con él.
Causas dietéticas. Existen pocas diferencias entre el tipo de lactancia que siga el bebé, aunque con leche materna los cólicos son algo menos frecuentes, ya que la alergia a las proteínas de la leche de vaca puede ser un desencadenante en algunos casos. Estos podrían mejorar usando una fórmula láctea especial o retirando los lácteos de la dieta de la madre en el caso de que reciba leche materna.
Inmadurez neurológica. En esta etapa, el lactante tiene que adaptarse al ritmo de sueño-vigilia y, sobre todo, a un ritmo de actividad en la vigilia; en otras palabras, el bebé requiere de tiempo para terminar su proceso de autorregulación, todavía incompleto.
¿Qué peligros pueden conllevar?
Los cólicos no implican un riesgo médico directo para los bebés. Sin embargo, dado el nerviosismo que estos llantos constantes puede generar en los padres o cuidadores, sí pueden darse situaciones de peligro por estrés. Para evitarlas, en fundamental mantener la calma y evitar mantener al bebé en brazos durante posibles discusiones provocadas por el cansancio, ya que si en un momento de pérdida de control se agita al niño, esto sí puede provocarle lesiones graves. Es lo que se conoce como el síndrome del bebé sacudido.
Por este motivo, si hay momentos en que el llanto se siente intolerable para los adultos, lo mejor es poner al bebé en un lugar seguro (por ejemplo, su cuna), tomarse algunos minutos y pedir ayuda.
¿Cómo puede distinguirse el cólico del lactante de otra dolencia?
Por lo general, el llanto constituye una conducta de apego, necesaria para la supervivencia o una manera del bebé de expresar sus diferentes emociones y necesidades. Por eso, debe ser considerado normal que un bebé llore.
Sin embargo, cuando el llanto dura más de tres horas por día, más de tres veces en la semana y durante más de tres semanas, es necesario investigar su causa. Normalmente no es necesaria ninguna prueba diagnóstica, pues el diagnóstico viene dado por el llanto característico unido a una exploración normal del bebé.
El pediatra será el encargado de descartar otras posibles causas del llanto, que pueden tener que ver con estas señales:
Si el bebé presenta malestar general o mal color.
Si ha perdido el apetito o el reflejo de succión no es fuerte.
Si el niño parece incómodo cuando se lo coge en brazos.
Si vomita repetidamente.
Si pierde peso o no gana el suficiente.
Si padece diarrea o tiene heces con sangre.
Si sufre pausas respiratorias.
Si padece convulsiones o somnolencia.
¿Cómo se diagnostican los cólicos del lactante?
El llanto de bebé característico del cólico y una exploración física del niño –en la que se descartarán otras posibles causas de los lloros- suelen ser suficientes para confirmar el diagnóstico.
En algunos casos, puede ser útil registrar su comportamiento anotando en una tabla horaria la hora y el tiempo que duran las tomas, los periodos de sueño-vigilia y los cuadros de llanto (duración e intensidad).
¿Cómo se superan los cólicos del lactante?
Como afirma la Asociación Española de Pediatría (AEP) en su “Guía práctica para padres”, no existe ningún remedio con eficacia demostra­da para los cólicos del lactante, simplemente se debe ser paciente y esperar a que las crisis acaben desapareciendo por sí solas, alrededor de los cuatro meses de edad. En cualquier caso, esta asociación apunta las siguientes posibles medidas de actuación:
Mantener la lactancia materna, al tiempo que la madre evitar ingerir sustancias excitantes. Si se opta por la lactancia artificial, las tomas deben ser muy regulares, tanto en horario como en frecuencia. Al finalizar, se debe ayudar al bebé a expulsar el aire.
Coger al bebé y abrazarlo contra el pecho para que sienta nuestro calor. También se le puede arrullar en una mantita, cambiarle de postura, darle un baño o realizarle un masaje relajante.
Suplementos a base de probióticos. Podrían mejorar un poco los síntomas en algunos niños, pero no existe suficiente evidencia científica que lo demuestre.
En definitiva, es importante entender que es un trastorno benigno ante el que la familia debe armarse de paciencia. Así mismo, el pediatra ayudará a descartar que el llanto se deba a otro tipo de problemas o a alguna enfermedad.
10 consejos para afrontar los cólicos del lactante
Aunque no existe ningún tratamiento con eficacia demostrada para el cólico del lactante, seguir algunas recomendaciones puede hacerlo más llevadero tanto para el bebé como para sus padres:
1. Ármate de paciencia.
No hay que ponerse excesivamente nerviosos si nuestro bebé llora, ya que el llanto es un proceso normal que constituye su manera de expresar emociones y necesidades. Siempre que no presente otros síntomas, es normal que un bebé llore.
2. Descarta otras causas.
Cuando el niño esté llorando, comprueba primero que no tiene hambre y que no necesita un cambio de pañal. Tras esto, puedes cogerlo en brazos y mantenerlo en la posición en la que se encuentre más cómodo (boca arriba o abajo, horizontal o vertical, con los brazos o sobre su pecho, etc.) intentando transmitirle tranquilidad.
3. Recurre a los masajes.
Una vez que lo tienes en brazos, puedes mecerlo e incluso darle un masaje relajante en el abdomen o la espalda mientras lo tienes en tu regazo, ya que eso le ayudará a calmarse. Los lactantes que sufren cólicos a menudo buscan y piden consuelo de sus padres o cuidadores por lo que estos no deben sentirse culpables por cogerlos.
4. Reduce los estímulos y busca su relax.
El llanto agudo tensa al bebé, por lo que es importante que intentes relajarle, por ejemplo poniéndole un poco de música o un ruido sordo como el secador de pelo o la lavadora. El chupete también puede ayudar, ya que el reflejo de succión es instintivo. Además, algunos bebés necesitan oscuridad o sentirse protegidos para tranquilizarse, por lo que acostarlos o arrullarlos en una mantita puede resultar útil en estos episodios.
5. Llévale de paseo.
En ocasiones, también el movimiento reconforta a los bebés que sufren cólicos. Por eso, puede resultar efectivo llevarlo a pasear en el coche, en su carrito o, incluso, sentarlo en un asiento vibrador.
6. Claves de la lactancia.
Si el bebé toma la leche con mucha avidez es posible que trague demasiado aire. En caso de tomar la leche materna, hay que asegurase de que vacíe bien un pecho antes de cambiarlo al otro, pues la leche que sale al vaciar por completo el pecho es más rica en grasa y energía, y sacia mejor el hambre. Además, prescindir de estimulantes como la cafeína o la teína en la dieta de la madre podría ayudar a que el bebé se mantenga un poco más sereno. Al menos, es conveniente hacer la prueba.
7. Establece una rutina para las tomas.
Sobre todo, si el bebé toma el biberón, las tomas deben ser regulares tanto en horario como en frecuencia, y conviene seguir siempre los mismos pasos al hacerlo. También en el momento del baño debe seguirse una rutina, pues repetir secuencias permite al niño saber qué va a suceder y, por tanto, sentirse más seguro.
8. Ayúdale a eliminar los gases.
Tanto si se le ha dado el pecho como si ha tomado biberón, es necesario ayudar al bebé a eructar. En el primer caso, hay que sujetarlo unos minutos después de la toma en posición vertical para que pueda expulsar los gases. Y si se le da biberón, se debe elegir una tetina con el orificio del tamaño adecuado y asegurar que esté siempre llena de leche, para evitar que le entre aire.
9. Tu descanso también cuenta.
El llanto frecuente y prolongado de un bebé puede alterar la vida familiar, pues el cansancio y la preocupación se van acumulando. Por eso, padres y madres deben dar prioridad a su descanso, relevándose en su cuidado, buscando ayuda de personas del entorno. Es muy importante que ambos progenitores se impliquen en la crianza de su hijo.
10. Acude al pediatra siempre que sea necesario.
El médico nos ayudará a descartar problemas de salud si tenemos dudas o si vemos que el bebé presenta algún otro signo de malestar. También debemos consultarle si queremos cambiar la dieta del lactante, ya que algunos casos de cólicos pueden deberse a una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, en cuyo caso mejoran retirando los lácteos de la dieta de la madre (si le da el pecho) o utilizando fórmulas lácteas especiales.
Recordamos a nuestros amigos, seguidores y usuarios en general que esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico. Siempre ante cualquier síntoma se debe de acudir a consulta y/o Especialista.
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