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Reseña Histórica
En 1909 surgió la Cruz Roja Cubana, cuyo fundador, el insigne médico Diego Tamayo y Figueredo resulta ejemplo de consagración, amor y dedicación al trabajo. Este hombre de ciencia nació en Bayamo el 12 de octubre de 1853, y entre sus innumerables servicios a favor de la salud de la población se encuentra la introducción de la vacuna antirrábica. Mucho antes de dedicarse a estos menesteres, se entregó a su patria como miembro del Ejército Mambí, donde combate bajo las órdenes de "Calixto García" hasta caer prisionero, enfermo y herido. Por gestiones de su familia sale exiliado a España, donde cursa sus estudios de Medicina. Posteriormente, en 1887, regresa a Cuba desempeñándose como médico, y muere el 23 de octubre de 1926.
El legado del doctor Diego Tamayo y Figueredo, al fundar la Cruz Roja Cubana, continuó bajo las órdenes de otros dignos cubanos, que al igual que él, han dado lo mejor de sí para aliviar el sufrimiento, para auxiliar las víctimas o simplemente para prevenir. En ese selecto grupo, vale la pena señalar al doctor Esmildo Gutiérrez Sánchez, quien nace en Ciudad de La habana coincidentemente un 23 de octubre, pero de 1938.
En el seno de una familia de altos valores patrióticos y morales crece y se forma este médico, que una vez graduado se vincula a los programas de salud del gobierno revolucionario cubano. En 1976 inicia su colaboración con la Cruz Roja Cubana, convirtiéndose pronto en su secretario general. Años más tarde, en 1985 el Doctor Gutiérrez ocupa el cargo de vicepresidente del Consejo Ejecutivo de la Federación de Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja. Su dinamismo y abnegación estuvo presente en las múltiples y diversas misiones, en las que participó como directivo y miembro de la Cruz Roja. Este quehacer, unido a su sentido humanitario y de adhesión a los principios fundamentales del movimiento, le hicieron merecedor de la medalla Henry Dunant. Esta alta distinción del Movimiento Internacional, le fue conferida póstumamente por los miembros de la Comisión Permanente de la Cruz Roja y Media Luna Roja. El doctor Esmildo Gutiérrez Sánchez fallece el 9 de febrero de 1995, en Ciudad de La Habana.
Juan José Vega Aguiar es otra de las figuras, que ha enaltecido la labor de la Cruz Roja Cubana por sus pruebas de humanismo, valentía y entrega. Desde muy joven, este sencillo hombre siempre soñó con ser médico, pero la situación económica familiar dejó trunca sus esperanzas. Tal vez por esto, buscó la aproximación a la medicina, a través de un curso para formar sanitarios. Años más tarde se hizo enfermero.
Este noble empeño, en la vocación de salvar vidas, facilitó que su figura se hiciera muy popular en las playas de Santa Fé, Guanabo y Jamanitas, donde cuidaba de los bañistas en calidad de salvavidas. En 1951, durante el terremoto ocurrido en Ecuador, Vega sacaba a los sobrevivientes de entre los escombros, mientras la tierra temblaba bajo sus pies. Años después, en 1957, volvió a jugarle una mala pasada a la muerte para, amparado en el emblema de la Cruz Roja, entrar bajo las balas al Palacio Presidencial, y rescatar a un grupo de heridos de ambos bandos: asaltantes y soldados del Gobierno del Gral. Fulgencio Batista.
Otro momento de gran significación para Vega fue cuando, en junio de 1958, el Comandante en Jefe Dr. Fidel Castro solicitó que la Cruz Roja recibiera a 170 soldados y oficiales del régimen de Batista que se encontraban prisioneros. Pero su mano solidaria también se extendió a las víctimas de los terremotos de Chile en 1960, Perú en 1970, y del huracán de 1974 en Honduras.
Vega nació en La Habana en 1971, tras la unión de un carpintero y una modista. En más de 180 ocasiones fue condecorado por los servicios prestados en la Cruz Roja, de forma voluntaria y en diferentes países como es el caso de Jamaica y Siria, nación esta que le confirió una medalla por su labor de socorrista con las víctimas de la agresión israelí en la década del 80.
Para Juan José Vega Aguiar, quien murió en la Habana, el 14 de noviembre de 1995, no hubo otro hecho más importante que salvar vidas. Por todo ello le fue otorgada la medalla de Henry Dunant.
Nacido el 14 de febrero de 1926 en Ciudad de la Habana, el Dr. Armando Pena Pereira desde el triunfo de la Revolución se integró a la sanidad militar, durante la Crisis de Octubre se incorpora, por incentivo del doctor Cervantes, a la Cruz Roja, siendo el responsable de la capacitación de las brigadas sanitarias. Esta labor la realiza en el hospital Calixto García, al cual estuvo vinculado a la docencia.
En 1989 participa, en representación de la Cruz Roja Cubana, en la reunión internacional sobre preparación para desastres, desarrollada en Alemania, en 1982 integro el Consejo Nacional de la Cruz Roja, cumpliendo misiones en Argelia, Perú y Laos.
Sin lugar a dudas, la Cruz Roja tuvo en el doctor Pena un voluntario excepcional, autor de más de 30 publicaciones, entre ellos el libro que desde hace años es utilizado para la preparación de la membresía en primeros auxilios.
Armando Pena Pereira fallecio en la capital cubana, el 5 de febrero de 1997, momentos en que desempeñaba el cargo de vicepresidente de la Sociedad Nacional Cubana de la Cruz Roja. Antes de morir se le otorgó, las órdenes por X, XX, XXV y XXX años de servicios destacados en esta institución. Por su actividad laboral, científica y docente fue merecedor de innumerables reconocimientos, entre ellos las órdenes "Frank País" y "Pepito Tey". Cortesía: http://www.sld.cu/sitios/cruzroja/temas.php?idv=14423
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La Habana, 8 de marzo de 2021

“Año 63 de La Revolución”

Queridas trabajadoras y estudiantes de la Salud:

Un día no es suficiente para reconocer y agradecer la profesionalidad y compromiso con que asumen sus tareas. Quienes compartimos con ustedes tantos retos cotidianos bien lo sabemos.

Hablar de mujer en el sistema de Salud Pública cubano, donde ustedes representan más del 70% de los trabajadores, es también hablar de sensibilidad, fortalezas, entrega y esfuerzos, duplicados en cada jornada.

Mucho nos enorgullece cómo asumen y cumplen sus responsabilidades en cualquier lugar donde la Patria y la vida las reclamen. Así ha sido desde siempre en la historia de Cuba y lo es ahora, en momentos extremadamente complejos para el mundo y el país, como consecuencia de la pandemia provocada por la COVID-19. Y es este un nuevo desafío que enfrentan con arrojo y valentía, siendo infinitamente humanas.

Lleguen a ustedes, en este Día Internacional de la Mujer, nuestras más sinceras felicitaciones. Las agasajamos hoy y siempre, porque cada día nos acompaña la certeza de que son un pilar imprescindible en este constante batallar por la vida, por la salud de todos los cubanos.

Un abrazo,

Dr. José Angel Portal Miranda

Ministro de Salud Pública

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Desandan las instituciones asistenciales con la prestancia y agilidad de quien nunca se cansa; al menos eso parecería a simple vista, o ante la mirada superficial de aquellos demasiado ocupados como para reparar en el ademán del esfuerzo y solo aprecian la sonrisa detrás de la mascarilla sanitaria.

Organizan procesos, atienden a pacientes, ofrecen soluciones y crean alternativas protegidas en un traje verde que desde hace casi un año las pone a salvo del contagio. En el país ellas representan el 70,3 por ciento de los 497 mil 593 trabajadores de la salud y se han convertido en un ejército de hadas madrinas poderosas y sensibles, pero fuertes y abnegadas.

A muchas se les encuentra en los lugares más peligrosos, detrás de la imaginaria línea roja que demarca la zona de mayor vulnerabilidad epidemiológica en la atención a la COVID-19, y por eso, son la vida luchando por sostenerse, la caricia, la palabra adecuada en momentos de desaliento.

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La Dra. Odalys Marrero, especialista en terapia intensiva del Instituto Tropical Pedro Kourí (IPK) es una de ellas. Estrenó el enfrentamiento al SARS-CoV-2 en la Mayor de las Antillas, al ser sus manos las primeras de una mujer en el país en tratar a uno de los primeros pacientes diagnosticados con la enfermedad.

Recuerda que en aquellos instantes de tanta incertidumbre fue casi imposible evitar el miedo, pero la convicción y la entrega al trabajo resultaron más fuertes; “como médicas estamos acostumbradas a poner nuestra vida en peligro y la ganancia mayor ha sido aprender a protegernos más también frente a otras enfermedades”, comenta.

Fueron más de seis los meses que debió permanecer bajo un régimen de aislamiento durante el cual prácticamente no vio a su familia, y cuenta que en su caso eso sirvió para que esposo e hija jugaran un papel en la casa que antes no asumían, porque entonces todo giraba y recaía sobre ella.

Para mí fue difícil estar lejos y a pesar de que ellos me decían estar bien, me daba cuenta de su preocupación, pero eso ayudó a que mi hogar funcione hoy de una manera diferente, reconoce.

Muchas mujeres estuvieron en zona roja, incluso madre de hijos pequeños, a quienes debieron dejar al cuidado de sus progenitoras o suegras para no dejar de enfrentar la tarea que tenían delante. A medida que avanzó el tiempo un número significativo de ellas se fue incorporando al entender la dimensión del desafío que enfrentábamos.

En lo personal no pienso que haya hecho nada heroico, solo que resultaron condiciones de trabajo diferente y si tuviera que volver a hacerlo, asumiría cada responsabilidad con la misma entrega.

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La Dra. Lissette del Rosario López González, Jefa del Grupo Nacional de Pediatría y miembro del Grupo de Expertos de la COVID-19 del Ministerio de Salud Pública, se ha entregado durante el último año a los niños y la COVID-19, a tratar a los infantes que han padecido la enfermedad, a evitar que estos presenten complicaciones, a salvarlos y cuidarlos como cuida una madre a sus hijos.

La tarea lleva una implicación sentimental importante –afirma conmovida y desde su experiencia– porque en cada uno de los lugares donde prestamos servicio trabajamos para cuidar a los niños, pero también es nuestro deber proteger a sus padres y a nosotros mismos con exquisita humanidad, por las personas, nuestro desempeño y porque nuestras propias familias nos esperan.

Ha sido difícil, pero la mujer le pone una impronta única a todas las tareas que asume pues el sentimiento maternal nos acompaña siempre al sentir cada niño que asistimos como si fuera nuestro.

Un porcentaje importante de los servicios pediátricos la tienen en las primeras líneas de enfrentamiento, como enfermeras, pediatras, técnicas de laboratorio, pantristas, auxiliares de limpieza….

 Por eso se les puede calificar de “valientes” ante los desafíos de conservar su profesión, de ser profesoras de sus hijos dentro del hogar, de intentar mantener el equilibrio psicológico de la familia, aun con los efectos adversos que tiene el confinamiento; porque les ha tocado cuidar de todos y protegerse ellas, en aras de seguir cuidando a los demás.

Si se tratara de encontrar una imagen con la cual compararlas, entonces sería la del Alma Mater de la Universidad de La Habana, siempre con los brazos abiertos, asumiendo todas las tareas que nos entregan e intentado cumplirlas de la mejor manera.

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Pero no solo en el enfrentamiento directo a la COVID-19 es posible hallarlas, sino en otros frentes igualmente importantes como la docencia y la colaboración médica internacional, por ejemplo. Ese es el caso de la Dra. Yoandra Muro, rectora de la Escuela Latinoamericana de Medicina, fundada por el Comandante en Jefe Fidel Castro en noviembre de 1999.

Esta doctora, especialista de II grado en Medicina General Integral, es una de las tantas mujeres valerosas que han llevado la luz de Cuba hacia los rincones más oscuros del mundo, en su caso Guatemala y Bolivia.

Incontables los recuerdos e imborrables las impresiones que le han hecho amar aún más a su país, por el cual –asegura– sería capaz de ofrecer la vida sobre todo luego de haber sido detenida injustificadamente por la policía boliviana, tras el golpe de Estado contra Evo Morales.

Su experiencia se suma a las de tantas otras: en 2020 de todos los colaboradores en misiones internacionalistas, 24 mil 717 fueron mujeres, lo que representa el 55 % del total de cooperantes, y particularmente de ellas, 2 mil 952 integraron Brigadas del Contingente Especializado en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”.

Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer, y representante suya en el Parlamento Latinoamericano, esta guerrera de bata blanca engrandece la medicina cubana y la hace ser heroína de estos tiempos.

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A manos de mujeres como estas el futuro de la Medicina y la vida en Cuba se encuentra asegurado; desde las más jóvenes generaciones en formación se alzan las voces femeninas que denotan el compromiso necesario para continuar impulsando la inmensa obra de sus predecesoras.

Lissette María Riverón, estudiante de quinto año en la Facultad Manuel Fajardo, del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, en la capital, es una de esas involucradas también en el enfrentamiento a la pandemia, algo sobre lo cual afirma sentirse orgullosa.

Esta muchacha de 23 años es una de las más de 60 mil féminas matriculadas en el curso académico 2020-2021, de Ciencias Médicas, y comenta que “este constituye un momento histórico para nuestra nación y el mundo, y los estudiantes de Medicina somos de alguna manera protagonistas al velar por la salud de la población”.

Además, Lissette participa como voluntaria en las donaciones de sangre, y cuando un compañero debutó con leucemia contribuyó junto a muchos otros estudiantes a conseguir el vital líquido para la transfusión; su solidaridad encuentra en Cuba su máxima expresión y se autoreconoce satisfecha y profundamente orgullosa por la Revolución y los logros de sus científicos. Cortesía: https://salud.msp.gob.cu/mujeres-en-la-salud-cubana-mas-alla-del-amor/

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El #linfedema es la acumulación anormal de líquido en el tejido blando debido a una obstrucción en el sistema linfático. El sistema linfático ayuda a combatir infecciones y otras enfermedades transportando la linfa a través del cuerpo. La linfa es un líquido incoloro que contiene glóbulos blancos. La linfa también se denomina #líquidolinfático.
La linfa se traslada a través del cuerpo utilizando una red de tubos delgados llamados vasos. Pequeñas glándulas denominadas ganglios linfáticos filtran las bacterias y otras sustancias perjudiciales fuera de este líquido. Sin embargo, cuando los ganglios linfáticos se extirpan o dañan, el líquido linfático se acumula en los tejidos circundantes y hace que se hinchen.
Con mayor frecuencia, el linfedema afecta los brazos y las piernas. Es más frecuente en las personas que han recibido tratamiento para el cáncer de mama o cánceres que afectan las vías urinarias, la vejiga, los riñones, la próstata, los testículos o el pene. En personas que reciben tratamiento para el cáncer en la región de la cabeza y el cuello, el lugar más común donde se desarrolla el linfedema es el cuello. Sin embargo, también puede presentarse debajo del mentón, en la cara y, con menos frecuencia, dentro de la boca. El linfedema puede desarrollarse de inmediato después de una cirugía o radioterapia, o puede ocurrir meses o hasta años después de finalizado el tratamiento para el cáncer.
Síntomas del linfedema
Las personas con linfedema en el brazo o la pierna pueden tener los siguientes síntomas:
Hinchazón que comienza en el brazo o la pierna.
Sensación de pesadez en el brazo o la pierna.
Debilidad o disminución de la flexibilidad.
Los anillos, los relojes o la ropa se sienten muy ajustados.
Molestias o dolor.
Tensión, brillo, calor o enrojecimiento en la piel.
Piel endurecida o piel que no se hunde en absoluto cuando se le aplica presión.
Engrosamiento de la piel.
Apariencia de piel de naranja (hinchazón con pequeños hoyuelos).
Pequeñas ampollas que supuran un líquido transparente.
Los síntomas de linfedema de la cabeza y el cuello incluyen:
Hinchazón de los ojos, la cara, los labios, el cuello o el área debajo del mentón.
Molestias o tensión en cualquiera de las áreas afectadas.
Dificultad para mover el cuello, la mandíbula o los hombros.
Formación de cicatrices (fibrosis) en la piel del cuello y del rostro.
Disminución de la visión debido a la hinchazón de los párpados.
Dificultad para tragar, hablar o respirar.
Babeo o pérdida de comida de la boca mientras come.
Congestión nasal o dolor duradero en el oído medio, si la hinchazón es grave.
Los síntomas de linfedema pueden comenzar en forma lenta y no siempre son fáciles de detectar. A veces los únicos síntomas pueden ser pesadez o dolor en un brazo o una pierna. Otras veces, el linfedema puede comenzar más súbitamente. Si presenta algún síntoma de linfedema, hable con su médico lo antes posible. Necesitará aprender cómo manejar los síntomas para que no empeoren. Debido a que la hinchazón a veces es un signo de cáncer, también es importante que vea a su médico para asegurarse de que el cáncer no haya reaparecido.
Causas del linfedema
Por lo general, el linfedema es un efecto secundario a largo plazo predecible de algunos tratamientos para el cáncer. Las causas más frecuentes del linfedema en sobrevivientes del cáncer incluyen:
Cirugía en la que se extirparon los ganglios linfáticos. Por ejemplo, la cirugía para el cáncer de mama a menudo implica la extirpación de 1 o más de los ganglios linfáticos debajo del brazo para verificar la presencia de cáncer. Esto puede provocar linfedema en el brazo.
Radioterapia u otras causas de inflamación o formación de cicatrices en los ganglios linfáticos y los vasos linfáticos.
Obstrucción de los ganglios linfáticos y/o los vasos linfáticos por el cáncer.
El riesgo de linfedema aumenta con la cantidad de ganglios linfáticos y vasos linfáticos que se extirparon o dañaron durante el tratamiento para el cáncer o las biopsias. A veces el linfedema no está relacionado con el cáncer o su tratamiento. Por ejemplo, una infección bacteriana o micótica u otra enfermedad que compromete al sistema linfático puede causar este problema.
Diagnóstico de linfedema
Un médico a menudo puede identificar el linfedema examinando el área afectada. Pero, a veces, recomendará pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico, elaborar un plan de tratamiento o descartar otras causas de los síntomas. Estas pruebas pueden incluir:
Medición de la parte afectada del cuerpo con una cinta métrica para controlar la hinchazón.
Sumergir el brazo o la pierna afectados en un tanque de agua para calcular el volumen de líquido acumulado.
Crear una imagen del sistema linfático con un método por imágenes denominado linfocintigrafía. Aunque se trata de una prueba confiable, no se usa con mucha frecuencia.
Controlar la circulación del líquido a través del sistema linfático mediante un ultrasonido. Esta prueba por imágenes utiliza ondas de sonido para crear una imagen del interior del cuerpo.
Realizarse una exploración por tomografía computarizada (en inglés) o imágenes por resonancia magnética (en inglés). Estas pruebas permiten mostrar el patrón del drenaje linfático y si un tumor u otra masa está obstruyendo la circulación del sistema linfático. Sin embargo, los médicos en general no usan exploraciones por CT y por MRI para diagnosticar linfedema, a menos que estén preocupados acerca de una posible recurrencia del cáncer.
Usar otras herramientas para diagnosticar el linfedema. Estas incluyen perometría, la cual usa rayos de luz infrarroja, o una espectroscopia de bioimpedancia, la cual mide las corrientes eléctricas que circulan por los tejidos del cuerpo.
También es importante asegurarse de que no sea otra enfermedad la que esté generando la hinchazón. Su médico puede realizar otras pruebas para descartar la presencia de enfermedad cardíaca, coágulos sanguíneos, infección, insuficiencia hepática o renal, o una reacción alérgica.
Estadios del linfedema
Los médicos describen al linfedema según su estadio, de leve a grave:
Estadio 0. La hinchazón aún no es visible aunque ya se ha producido un daño al sistema linfático. La mayoría de las personas no presentan ningún síntoma en este estadio. Y pueden pasar meses o hasta años antes de que ocurra la hinchazón.
Estadio I. La piel se hunde cuando se ejerce presión y no hay evidencia visible de formación de cicatrices. Levantar la extremidad afectada a menudo ayuda a reducir la hinchazón.
Estadio II. La piel no se hunde cuando se ejerce presión y hay formación de cicatrices de moderada a grave. Levantar la extremidad afectada no ayuda a reducir la hinchazón.
Estadio III. La piel se endureció, la zona del cuerpo afectada se hinchó de tamaño y de volumen, y la piel cambió de textura. El linfedema de Estadio III es permanente.
¿Cómo manejar y tratar el linfedema?
El alivio de los efectos secundarios es un aspecto importante de la atención y el tratamiento para el cáncer. Esto se denomina cuidados paliativos o atención médica de apoyo. Hable con un integrante de su equipo de atención médica sobre cualquier síntoma de linfedema que tenga. Asegúrese de mencionar cualquier síntoma nuevo o un cambio en sus síntomas.
Tratamientos del linfedema:
Reducir la hinchazón
Evitar que esta empeore
Prevenir infecciones
Mejorar el aspecto de la parte del cuerpo afectada
Mejorar la capacidad funcional de la persona
Aunque el tratamiento puede ayudar a controlar el linfedema, actualmente no tiene una cura. Su médico podría recomendarle un terapeuta especialista en linfedema certificado (certified lymphedema therapist, CLT). Un CLT es un profesional médico que se especializa en tratar el linfedema. El terapeuta puede evaluar su afección y desarrollar un plan de tratamiento, que puede incluir:
Drenaje linfático manual (manual lymphatic drainage, MLD). El MLD es una técnica especializada en la que se realizan masajes suaves en la piel. Ayuda a que el líquido linfático obstruido drene adecuadamente hacia el torrente sanguíneo y pueda reducir la hinchazón. Para obtener mejores resultados, debe comenzar tratamientos de MLD lo más próximo posible del inicio del linfedema. Un integrante de su equipo de atención médica puede derivarle a un CLT capacitado en esta técnica.
Ejercicio. Generalmente, hacer ejercicio mejora la circulación del sistema linfático y fortalece los músculos. Un terapeuta especialista en linfedema puede mostrarle ejercicios específicos que mejorarán su amplitud de movimiento. Pregunte a su médico o terapeuta cuándo puede comenzar a hacer ejercicio y qué ejercicios son los apropiados para usted.
Compresión. Los vendajes no elásticos y las prendas de compresión, como mangas elásticas, ejercen una presión suave en el área afectada. Esto ayuda a evitar la hinchazón y que se vuelva a acumular líquido después de la terapia descongestiva (vea a continuación). Hay varias opciones, según la ubicación del linfedema. Todos los dispositivos de compresión aplican mayor presión cuanto más alejados estén del centro del cuerpo y menos presión cuanto más cerca estén del centro del cuerpo. Las prendas de compresión deben calzar en forma adecuada y se deben reemplazar cada 3 a 6 meses.
Terapia descongestiva completa (complete decongestive therapy, CDT). También se conoce como terapia descongestiva compleja. Combina cuidado de la piel, drenaje linfático manual, ejercicio y compresión. Un médico especialista en linfedema o un CLT deben ser quienes realicen la CDT. El terapeuta también le dirá cómo realizar las técnicas necesarias usted mismo en su hogar y le dirá con qué frecuencia aplicarlas. Pídale a su médico que le derive.
Cuidado de la piel. El linfedema puede aumentar el riesgo de infección. Por lo tanto, es importante mantener el área afectada limpia, humectada y sana. Aplique crema humectante todos los días para evitar la piel agrietada. Evite cortes, quemaduras, pinchazos con agujas u otras lesiones en el área afectada. Si se afeita, use una afeitadora eléctrica para reducir las posibilidades de cortarse la piel. Cuando esté al aire libre, use pantalla solar de amplio espectro que proteja contra la radiación ultravioleta alfa (UVA) y beta (UVB), y que tenga un factor de protección solar (sun protection factor, SPF) mínimo de 30. Si efectivamente se corta o se quema, lávese el área lesionada con agua y jabón, y use una crema antibiótica, según las indicaciones de su equipo de atención médica.
Elevación. Mantener la extremidad afectada elevada ayuda a reducir la hinchazón y ayuda a drenar el líquido a través del sistema linfático. Sin embargo, con frecuencia no resulta práctico mantener la extremidad en una posición elevada por mucho tiempo.
Tratamientos con láser de baja potencia (low level laser treatment, LLLT). Una pequeña cantidad de ensayos clínicos han detectado que el LLLT podría aliviar en cierta forma el linfedema luego de la extirpación de la mama, especialmente en los brazos.
Medicamentos. Su médico puede recetarle antibióticos para tratar infecciones o fármacos para aliviar el dolor cuando sea necesario.
Fisioterapia. Si tiene problemas para tragar u otras dificultades derivadas del linfedema de la cabeza y el cuello, es posible que necesite realizar fisioterapia.
¿Cómo reducir el riesgo de desarrollar linfedema?
La investigación continúa buscando factores que causan el linfedema y lo que las personas pueden hacer para reducir su riesgo personal. Hable con su médico si le preocupa desarrollar linfedema. Además, pruebe los siguientes consejos:
Mantenga un peso saludable. Si tiene sobrepeso, tome medidas positivas para manejar su peso después de un diagnóstico de cáncer. Esto puede ayudar a reducir su riesgo de desarrollar linfedema.
Cambie de posición. Evite estar de pie o sentado durante largos períodos de tiempo. No cruce las piernas cuando esté sentado. Apóyese en almohadas cuando esté en la cama. Una posición derecha mejora el drenaje linfático.
Use ropa suelta. Si tiene riesgo de desarrollar linfedema de la cabeza y el cuello, no use prendas con escote ajustado. Quienes tienen riesgo de desarrollar linfedema de piernas, deben protegerse los pies usando calzado cerrado. Evite usar chancletas y sandalias. Quienes tienen riesgo de desarrollar linfedema de brazos, deben evitar usar prendas y alhajas ajustadas que les pinchen o pellizquen el brazo o la mano, como lo hace una manga o una pulsera ajustada. Esto puede provocar la acumulación de líquido.
Limite el tiempo de exposición al calor o frío extremos. Evite los saunas o jacuzzis. Limite las duchas calientes a menos de 15 minutos. No se aplique almohadillas térmicas ni hielo en las áreas hinchadas.
Sepa cuándo buscar atención médica. Llame a su equipo de atención médica si presenta alguno de los siguientes signos de infección (en inglés):
Temperatura mayor de 100.5 grados Fahrenheit (F) o 38 grados Celsius (C).
Piel caliente al tacto.
Enrojecimiento de la piel, hinchazón o dolor.
10 cosas sobre linfedema
 
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