Una mirada actual a la jubilación (+Fotos)

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Por Ramón Barreras Ferrán, Alina M. Lotti, Yolanda Molina y Lianne Fonseca Diéguez

Hace alrededor de dos meses que el cienfueguero Enrique Rodrí­guez Marturell se acogió a la jubila­ción, después de trabajar años en el sector de la construcción. “Ya era tiempo de descansar y recibir la pensión sobre la base de lo acumulado. De eso estoy agradecido, porque el Gobierno cubano no deja a nadie desamparado.

“He cobrado ya dos veces, pero no me al­canza. El dinero vuela y la pensión no es tan alta como pensaba. Solo en lo que venden en la bodega y los medicamentos de mi esposa y míos se va todo. No me queda otra alter­nativa que, a pesar de mis achaques (enseña las manos con los dedos deformados por el duro trabajo ejecutado durante prácticamen­te toda una vida), hacer algo donde cobre un dinerito extra y cubrir algo más de los gas­tos”.

Para el año 2030 el país tendrá más de un tercio de su población con 60 años o más. ¡Un desafío!, y una preocupación para el Gobier­no, el cual cuenta con una larga trayectoria de planes de pensiones sociales, iniciada en la década de los sesenta del siglo pasado y reforzada en los años 2008 y 2011, a fin de proteger y respaldar un derecho de suma im­portancia.

El Estado como principal garante

Milagros Peñalver Ortega, directora de Presupuesto de la Seguridad Social del Instituto Nacional de Asistencia y Seguridad Social. Foto: Alina M. Lotti
Milagros Peñalver Ortega, directora de Presupuesto de la Seguridad Social del Instituto Nacional de Asistencia y Seguridad Social. Foto: Alina M. Lotti

En Cuba más de 1 millón 634 mil jubilados y pensionados (con cierre del primer trimes­tre del año 2022) cobran su manutención sin dificultad alguna, al margen de los proble­mas que atraviesa la economía. Milagros Pe­ñalver Ortega, directora de Presupuesto de la Seguridad Social del Instituto Nacional de Asistencia y Seguridad Social (Inass) del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, comentó esta realidad consciente del esfuer­zo que realiza el Estado para garantizar que así sea.

Para el año en curso el presupuesto de la seguridad social asciende a 37 mil 601 millo­nes 517 mil 332 pesos, pero mensualmente se emplean con este fin más de 3 mil millones, tanto para proteger a quienes ya están en el sistema como aquellas que se incorporan, es decir, las personas que solicitan su pensión y cuentan con todos los derechos establecidos en la ley.

Es bien conocido que actualmente son más los adultos que se jubilan que los jóvenes que se incorporan a la vida laboral activa. Por lo tanto, la curva del aporte a la seguri­dad social por parte de empleadores y traba­jadores va decreciendo, en tanto aumenta lo erogado por el Estado.

El presupuesto que se destina a la seguri­dad social se nutre de dos fuentes —tal y como establece el artículo 6 de la Ley 105/2008—: el aporte estatal y la contribución de las enti­dades laborales y los trabajadores, en los tér­minos y cuantías que establece la legislación tributaria. El Estado es el principal garante de la seguridad social, pues además de apor­tar cubre los desbalances, al haber más sali­da de efectivos que ingresos para el pago de jubilados y pensionados.

Milagros explicó que los trabajadores, ya sean del régimen general o los especiales* (del sector no estatal), tributan a la segu­ridad social amparados en las legislaciones correspondientes. Una novedad es que estos últimos pueden cambiar cada año su base de contribución, es decir aportar un mayor por­ciento, lo cual representa un beneficio con vistas al futuro.

Cifras reveladoras

Estas son las aristas generales de un asunto importante, pero veamos cómo se comporta la situación en varias provincias del país. Medios locales de comunicación en Cienfue­gos dieron a conocer recientemente que cerca del 22 % de su población está por encima de los 60 años de edad. Es una de las de mayor envejecimiento poblacional del país.

En el primer trimestre del 2022 la pro­vincia gestionó mil 939 jubilaciones, cifra similar a la del año anterior. El municipio cabecera presenta la situación más compleja desde que restableció la tramitación el 15 de enero.

El acelerado envejecimiento poblacional ha incrementado considerablemente las altas al sistema de seguridad social en Holguín. Foto: Lianne Fonseca
El acelerado envejecimiento poblacional ha incrementado considerablemente las altas al sistema de seguridad social en Holguín. Foto: Lianne Fonseca

Al analizar la realidad sobre la que ope­ra el sistema de seguridad social en Holguín, Vivian Beatriz Gurri Batista, directora del Inass en el territorio, destacó que la situa­ción demográfica es la principal causante de que en apenas los primeros cuatro meses de este año se establecieran 7 mil 100 pensiones, cifra que supera el número de altas al sis­tema de seguridad social que se hacía como promedio a lo largo de un año.

“En nuestra provincia —precisó— la contribución de la seguridad social está en un gasto de más de 2 mil 607 millones de pesos, monto que protege en estos momentos a más de 130 mil personas, entre jubilados y pensionados por enfermedad e invalidez, y que significan más del 10 % de la pobla­ción”.

Vivian Beatriz alertó sobre las personas que después de laborar por décadas, y algo más, se desvinculan del trabajo y luego lle­gan a la edad de jubilación, pero desconocen que para recibir una pensión deben estar vinculados laboralmente.

Por otra parte, la provincia de Pinar del Río también muestra una tendencia al au­mento de pensionados. “Basta señalar que en igual período del año 2021 se realizaron mil 715 trámites de jubilación y en lo que va del 2022 ya procesaron 5 mil 508, con un creci­miento de casi el 70 %”, informó Diosdexy Martínez Palacios, subdirectora del Inass en este territorio.

Justas preocupaciones

En las entrevistas realizadas en uno u otro lugar los beneficiarios de la seguridad social coincidieron en que la pensión no es suficien­te, sobre todo a partir del proceso inflacio­nario que hoy vive la nación, pues las cifras galopantes de los precios no se corresponden con lo que perciben y, obviamente, no les re­sulta fácil cubrir los gastos, inclusive de pro­ductos elementales.

En Pinar del Río, Miguel prefiere no ha­blar de las interioridades de su hogar. A sus 87 años es un celoso cuidador de la privaci­dad. Su esposa que nunca trabajó está enfer­ma. Hoy para adquirir una bolsa de leche en el mercado informal debe desembolsar poco más de un tercio de la chequera que recibe. Tuvo diferentes empleos, en todos se distin­guió por la seriedad y entrega, pero todavía hace pequeños arreglos de equipos electro­domésticos o carpintería para incrementar los ingresos, pues según asegura no tiene otra opción.

El anciano de 80 años Rudy Toranzo Peña, quien se jubiló en el 2017 tras desempeñar­se como director del Centro de Clasificación Postal de la Empresa de Correos Holguín, expresó mientras trataba de cobrar en uno de los cajeros del reparto Vista Alegre: “Me jubilé hace cinco años con 693 pesos y ahora la pensión me la subieron a 2 mil 200 pesos, pero no me alcanza”.

Algunos expertos evidencian preocu­pación por el reto que significa cambiar la mentalidad hacia las personas mayores, que también tienen el deber de contribuir al for­talecimiento de la economía y la sociedad. Hay entidades donde está presente el deno­minado “edadismo”, o sea, cierta discrimina­ción por la edad. Sin embargo, también un sinnúmero de personas ha tenido la posibi­lidad de reinsertarse en el escenario laboral, sin prescindir del pago de la jubilación.

Reincorporación laboral: una potencialidad

Antes constituía una limitación, pero hoy la reincorporación de esta fuerza de traba­jo es una posibilidad, afirmó Leobanys Ávila Góngora, miembro del Secretariado Nacio­nal de la Central de Trabajadores de Cuba, CTC, que atiende la Esfera de Asuntos Labo­rales y Sociales.

Foto: Heriberto González Brito
Foto: Heriberto González Brito

Ahondó en que actualmente hay políticas orientadas a la reincorporación de los jubi­lados a los centros, donde pueden aportar mucho en cuanto a la formación de personal calificado en sectores estratégicos para el desarrollo del país.

En Educación, por ejemplo, el no com­pletamiento de la cobertura permitió hace algunos años el regreso de los docentes ya jubilados, lo cual indudablemente fortaleció los claustros y coadyuvó a que estas personas incrementaran su economía personal, cuan­do aún no habían aumentado los montos de las pensiones y los salarios.

No obstante, muchos lo hicieron porque todavía se sentían con fuerzas y amor por la profesión. Tal es el caso de la maestra Enma Méndez Hernández, quien lleva más de 60 años aportando a las educaciones de presco­lar, primaria y la enseñanza especial.

En estos momentos tiene 83 años y labora en la escuela especial José Briñas, del muni­cipio de Arroyo Naranjo, en la capital. Co­mentó que vive sola y le gusta tener indepen­dencia, aunque sus hijas, también maestras, se preocupan mucho por ella.

Se jubiló con 57 años y al poco tiempo ya estaba en las aulas. Aunque hoy cobra su pensión y el salario correspondiente como trabajadora, confesó que lo más importante es sentirse plena, feliz, útil en la formación de los niños en esas primeras edades.

Valorar la experiencia y los conocimientos

La seguridad social es un tema al cual el movimiento sindical le ha prestado aten­ción y ha sido objeto de evaluación por la CTC y sus sindicatos, a partir de que las es­tadísticas evidencian una tendencia al in­cremento de las mujeres con 60 años y los hombres con 65.

Leobanys consideró que este asunto constituye un desafío para la sociedad, en cuanto a políticas que le faciliten la vida a dicho segmento poblacional. Agregó que no puede soslayarse que son personas con expe­riencia en el orden laboral, quienes pueden contribuir en los colectivos a solucionar de­terminados problemas.

Reconoció que en los últimos años se ob­serva un retroceso en la atención a los jubi­lados, y exhortó a retomar las experiencias positivas; de ahí que “el sindicato en la base debe desempeñar un rol fundamental y exigir a los empleadores la atención de ese adulto mayor, quien hasta un momento determinado contribuyó a edificar su colectivo laboral. Y ahora no puede sentirse desatendido”.

Tal y como se ha visto, el asunto de la se­guridad social tiene varias aristas. Por una parte, no puede minimizarse el impacto que sobre los beneficiarios de este sistema tiene el actual proceso inflacionario.

La directora provincial del Inass en Hol­guín afirmó, no obstante, que el país ha ido incrementando las pensiones de acuerdo a cómo se ha comportado la economía nacio­nal, incrementándose con este fin el presu­puesto del Estado de manera gradual.

En mayo último, durante la 5.ta Sesión Extraordinaria del Parlamento, el vice pri­mer ministro y titular de Economía y Plani­ficación, Alejandro Gil Fernández, subrayó que durante los primeros meses del año se ha evidenciado una ralentización del creci­miento de los precios, lo cual no significa que se haya eliminado la inflación, sino que se aprecia una mayor estabilidad en estos y en las ofertas, aun cuando siguen caros.

Dijo que en la actual coyuntura resulta muy difícil bajar los precios (ya que estos si­guen creciendo en el escenario internacional y los costos de adquisición se triplican) y va­loró que el reto está en aumentar la produc­ción, lograr con más eficiencia inyectar las ofertas, controlar la inflación y recuperar la capacidad de compra del salario y otros in­gresos.

La disyuntiva a resolver resulta difícil en medio de una situación económica y social compleja, agravada por las consecuencias del bloqueo, la pandemia de la COVID-19 y la in­suficiente capacidad productiva de algunos sectores por falta de materias primas u otros factores, así como la casi paralización del sector turístico, que se ha convertido en la locomotora de la economía en la Cuba de hoy.

¿Qué es la seguridad social?

La seguridad social (amparada en la Ley 105/2008) es la protección que se le brinda a los trabajadores y a sus familiares con de­recho ante la vejez (o sea son las pensiones por la edad), la invalidez total (dictaminada por una comisión de peritaje médico-labo­ral por una secuencia de enfermedades que le imposibilitan continuar trabajando) y la muerte (se protege a todos los familiares con derecho, entiéndase hijos menores, viudas) y los padres, si queda demostrado que ellos dependían económicamente del trabajador fallecido.

Esta ley, así como el decreto-ley 56, contempla las prestaciones por maternidad a las mujeres trabajadoras, y le da derechos además a los familiares que conviven. La seguridad social protege también a los en­fermos de tuberculosis pulmonar en fase activa, por ser este un padecimiento alta­mente contagioso, que necesita del aisla­miento.

A Milagros Peñalver Ortega le gusta afir­mar: “En nuestro país los jubilados y pensio­nados cobran todos los meses. Nadie queda desamparado, incluso cuando han existido dificultades con las chequeras, los cajeros au­tomáticos, el cierre de los bancos por la pan­demia, siempre hubo alternativas, ya sea me­diante pagos provisionales, cheques, nóminas especiales. Los que tienen derechos están pro­tegidos, hasta quien reside en el último rincon­cito del país”.

Cada vez más, por el envejecimiento po­blacional y otros factores, la jubilación cons­tituye un asunto esencial para trabajadores y empleadores. Este es un primer acercamiento, pero Trabajadores volverá sobre el tema por su trascendencia y sensibilidad.

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