Al mejor, la mayor parte

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Por Alina Martínez Triay

La distribución de utilidades no puede asumirse por los trabajado­res con superficialidad, como algo que les toca, sino entenderlo en toda su significación, señala José Antonio Pérez Pérez, miembro del Secretariado Nacional de la Cen­tral de Trabajadores de Cuba.

Para ello, precisa, es funda­mental que conozcan el reglamen­to que la rige, elaborado en con­junto por la dirección de la entidad y el sindicato, emitir sus criterios cuando se les someta a considera­ción en asamblea, y aprobarlo para ser incorporado al Convenio Co­lectivo de Trabajo. De ese modo se conseguirá una verdadera partici­pación y negociación de las partes en busca de la eficiencia.

La clave del éxito, subraya, está en que se logre una buena pre­paración de los consejos de direc­ción, en los que están representa­das las organizaciones sindicales; así como de los trabajadores en torno a los indicadores previstos en el plan y su vínculo con las nue­vas normas jurídicas aprobadas sobre esta materia.

Los trabajadores se van a sen­tir dueños reales cuando les retri­buyan en dependencia de su con­tribución, porque si no ocurre así, se crea un caldo de cultivo para el disgusto, la inconformidad y el desaliento, alerta José Antonio.

La distribución de utilidades debe constituir por tanto un pro­ceso transparente, que no solo se concrete en el momento de repar­tirlas, recalca, sino que esté prece­dida por la rendición de cuenta de manera sistemática a los trabaja­dores de cómo marcha la empresa, para atajar a tiempo las dificulta­des y estas no sorprendan al con­cluir el trimestre. Si no se realiza un análisis periódico de la eficien­cia, no se triunfará en el empeño de una distribución a quienes más la merecen.

Insiste sobre algunas premi­sas que deben quedar claras: si la empresa tiene cuentas por cobrar o pagar vencidas y no logra liquidez, no puede pagar utilidades, de ahí que la contabilidad debe estar bajo la lupa de los directivos, la orga­nización sindical y los trabajado­res. Tampoco se pueden distribuir utilidades si hay problemas con el control interno, si ha habido au­ditoria calificada de deficiente o mal, por poner dos ejemplos.

En este asunto, como en todos los referidos al ámbito laboral, hay que tener presente el Artículo 20 de la Constitución de la República, donde se establece la participación de los trabajadores en la planifica­ción, regulación, gestión y control de la economía, por tanto no pueden ser actores pasivos en el principio de distribución de nuestra sociedad socialista: de que reciba mayor re­muneración el que contribuya con un aporte superior. A tales fines el sindicato en su participación en el consejo de dirección de la empre­sa, promoverá y exigirá se defina en el reglamento cómo diferenciar los cargos y trabajadores que más aportan a los resultados de la en­tidad, y en consecuencia serán los mejores beneficiados.

De ahí que el papel del sindi­cato es más importante que nunca, apunta, principalmente en la base, porque es en las empresas donde se toman las principales decisio­nes y es preciso garantizar que sea un celoso vigilante del cumpli­miento de lo establecido como fiel representante de sus trabajadores.

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